Capítulo Cuatro

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- ¡Mamá! Ya estoy en casa - Morgan cerró la puerta con cuidado y se dirigió a su cuarto.

- Hola hija - dijeron sus padre a la vez, estaban cocinando. Hoy tendrían invitados a cenar. - Hoy vienen tus tíos a cenar.

- A vale - contestó Morgan sacando su cuaderno y susurró - perfecto.

Los tíos de Morgan, Candela y Luis, vivían en España, se mudaron ahí para fundar un hotel en los Pirineos porque les encantaba esquiar. Eran los padrinos de Morgan, pero no lo parecían: la felicitaban un día después de su cumpleaños y su regalo siempre consistía en un juego de mesa. Morgan tenía tantos, que había empezado a donarlos al orfanato situado al final de su calle, donde cuando podían; Becca y ella hacían voluntariado.

Decidió mandarle un mensaje a su amiga, pensó que todavía les daría tiempo a ver una peli antes de que llegara su padre y reclamara el mando de la televisión para ver algún tipo de deporte, ya fuera tenis, baloncesto, fútbol, fútbol americano, o incluso patinaje sobre hielo; lo que encontrara. 

<¡Hola! Ya he llegado... Crees que nos dará tiempo a una película más?>

Pero no obtuvo respuesta. Y no la obtendría por mucho que insistiera, cosa que no hizo pensando que probablemente Becca se había dormido viendo alguna de las películas, ya hablaría con ella al día siguiente. 

Cuando la luna decidió que ya era la hora de relevar al sol, Morgan estaba diseñando sin poder dejar de pensar cómo podría ayudar a Jack en su tarea de enamorar a su mejor amiga. Ya tenía su pijama puesto y decidió que era la hora de irse a la cama cuando sus párpados empezaron a quejarse del esfuerzo que les suponía mantenerse abiertos. Su móvil, que descansaba cargándose en la mesa del salón, brillaba por causa de la notificación que le llegaba de Snapchat, pero él también estaba cansado y su brillo se esfumó antes de que Morgan pudiera comprobar de qué se trataba.

- ¡Buenos días! - el olor a tortitas alcanzó su nariz y consiguió despertar el hambre que atormentaba a su estómago - Huelen genial papá.

- Gracias hija, bueno, tu madre y yo nos vamos al trabajo, que tengas un buen día en el colegio. 

Ninguno de los tres se imaginaba lo que podía pasar en un instituto repleto de adolescentes con hormonas en ebullición y alto nivel de alteración; sólo Morgan lo iba a experimentar.

Como todos los días, su madre le recordó dónde había dejado las llaves del Mini, antes de que ella se fuera a vestir. Esta vez no le costó mucho decidirse, lo había preparado la noche anterior: una falda vaquera con botones plateados, una camiseta blanca que decía "Just Smile Girl" y una camisa a cuadros; en los pies, su queridísimas zapatillas ADIDAS.

- Hola Morgan - Jack la saludó al verla salir de su coche - ¿Ya tienes algo pensado?

- Estoy en ello - le dio un beso en la mejilla a forma de saludo, algo muy normal entre amigos. - Quedamos este finde para organizar alguna cosa específica. ¿Tú qué tal vas con las fotos de la fiesta, fotógrafo oficial?

- Es más trabajo del que pensaba, pero voy muy bien; hay algunas muy buenas, las he traído, te las enseño en clase de fotografía.

- Vale - ya habían entrado, con todas y cada una de las miradas posadas en ellos, eso no era normal; ahí era donde sus caminos se separaban, pero antes añadió - no te olvides que hoy tenemos doble hora.

Cerró la taquilla con un portazo, lo suficientemente fuerte como ara que todo el mundo en esa sección de pasillo, se parara a mirarla. Becca estaba enfadada, no entendía muy bien el por qué, en aquella foto no se veían explícitamente las caras de Jack y Morgan, pero, como el resto del colegio, se lo había creído.

- Hola melenas - le dijo Morgan al llegar a su taquilla, dos hacia la derecha - Lo siento por no haberte acompañado ayer, tenía otras cosas que hacer. 

- Lo sé -  apoyó su espalda en la taquilla de al lado, Becca, la chica fuerte que Morgan conocía estaba esfumándose dejando sola en el pasillo a una Becca que intentando reprimir las lágrimas, fue muy dura con su mejor amiga - ¿Qué tal te lo pasaste con Jack? 

- Como...

- ¡Así que es verdad! - se despegó completamente de su apoyo, no podía creerlo - Estabas ahí con Jack bajo la lluvia. Como pudiste....

- Becca, no es lo que crees.

Y aunque para Becca sonó muy cliché, para Morgan no lo era, necesitaba hablar con ella, pero ¿cómo iba a hacerlo sin confesarle que le estaba ayudando a Jack a enamorarla? Se quedó pensativa, no sabía que hacer. De nuevo, tenía el corazón dividido, y decidió guardar el secreto de Jack y tragarse todo lo que su mejor amiga le tenía que decir. Pero claro, ella no sabía que, no sólo se iba a tener que tragar todas y cada una de las palabras que una furiosa y confundida Becca le iba a soltar durante todo el día, sino también todos los comentarios que soltaran los compañeros de su instituto, todos aquellos que, a diferencia de Jack o de Morgan, habían visto el Snapchat. Y que claramente no iban a quedarse callados cuando podían chismorrear como marujas sobre la pareja del momento, aunque esa pareja ni siquiera existiera.

- Con que no es lo que creo ee - cogió sus cosa y se fue, pero antes de girar a la derecha donde el pasillo giraba, se dio la vuelta y añadió, sin preocuparle de que todos los que estaban allí lo oyeran: - Solo dime una última cosa ¿Besa bien, no? Por eso decidiste quitármelo.

Y por tercera vez en esos tres días, el mundo entero pudo oír cómo su corazón se hacía añicos, no solo por temas amorosos, también por que su única mejor amiga, la había tomado como una FresaRobaNovios, algo que no se le hubiera pasado nunca por la cabeza.

Así que sin importarle haberse dejado los libros que necesitaba en la taquilla, se dirigió hacia el otro lado del instituto, hacia la taquilla de Jack; aunque se lo encontró mucho antes y bajo las atentas miradas de los alumnos y de los profesores, sin olvidarse, por supuesto, de las cocineras y conserje del instituto; Morgan pronunció las palabras odiadas por todos:

- Tenemos que hablar

Para luego alejarse acompañada de su compañero de fotografía de todos aquellos que pronunciaban la vocal que en ese momento Morgan odiaba

- UUUUUUUUU


Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora