Capítulo Veintinueve

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Llegaron al colegio con mucha prisa, y olvidaron los pompones en el coche; así que tuvieron que volver. Luego entraron en el edificio e hicieron acto de presencia ante el resto de animadoras. Todas con sus uniformes, el pelo perfectamente recogido y los cordones de las zapatillas atados con fuerza para que no se soltaran en medio de un número. La entrenadora, que estaba un poco decepcionada porque no había visto a las cinco amigas entrar y de verdad esperaba que animaran ese día, empezó a comprobar que todas estaba listas y perfectas para salir y darlo todo al campo. Había previsión de lluvia, pero el cielo estaba más despejado que nunca, y la temperatura, que se suponía que no iba a pasar de los doce grados, no bajaba de los quince. Ese día, el karma estaba contento con ellas, todas tenían un buen presentimiento.

- Bueno que, ¿todas listas? - Morgan había hecho lo que le gusta, entrar cuando menos lo esperaban, sorprendiendo a todos, sin excepción. - ¿Qué, creíais que os íbamos a dejar aquí plantadas? Alguien tiene que animar a esos muermos de las gradas. Y nosotras vamos a hacer lo imposible para ganar hoy.

- ¡Madre mía! - exclamó la entrenadora, Cassey, al girarse y ver que las cinco chicas que adoraba y que tenía tanto talento estaban ahí, con sus antiguos uniformes, listas para ayudar a su equipo, que era mucho peor que el año pasado, algo inédito en la historia del colegio. - Como os gusta darme estas sorpresas. Bueno, entonces ¿todas listas? ¡Vamos!

Y salieron corriendo para entrar al campo de fútbol y prepararse para la gran entrada de los jugadores al ritmo de los tambores de la banda. Justo antes de que empezara el partido, antes de que se cantara el himno nacional, y porque era un partido transmitido por la televisión, el comentarista presentó a todos los jugadores del equipo local.

- ... ¡Y los capitanes: ... y Connor! - el comentarista, listo para pasarle el micrófono a la chica que iba a cantar el himno ese día, tuvo que esperar al ver que un compañero suyo se le acercaba corriendo, con un papel en la mano. - Esperad! ¡Parece que tenemos otro jugador!

En ese momento, de en medio de la sección de estudiantes, en las gradas, empezaron a oírse aplausos, después vítores y gritos de sorpresa. Una de las animadoras, una sophomore, le dio un ligero codazo a Morgan, dirigiendo su atención a lo que estaba pasando en las gradas.

De la multitud, salió un jugador de fútbol. Iba vestido con la equipación, levaba el número 8, también llevaba el casco puesto, listo para salir a jugar. Lo primero que Morgan pensó fue: "no me puedo creer que ya hayan remplazado a Jack". Y al mismo tiempo, el comentarista terminó de hacer el anuncio:

- ¡Y con el número ocho! - Hubo un redoble de tambores, que solo hizo que el corazón de Morgan se acelerara por la curiosidad que le producía el no saber quién había remplazado a su amigo, mejor amigo, ¿novio?... ¡No lo sabía! - ¡Jack McGregor!

Salió de la grada y entró en el campo de fútbol. El resto del equipo, que ya había entrado rompiendo la pancarta, estaba preparado para escuchar el himno, pero ahora se habían girado para ver como su compañero saltaba la valla y se quitaba el casco, acercándose a ellos. Pero antes de unirse al equipo, Jack se dirigió hacia las animadoras. Morgan le miraba, detrás de una freshman que se había quedado atontada viendo el pelazo de Jack cuando lo sacudió al quitarse e casco; una niña que no impidió que Jack hubiera visto a Morgan.

Sus ojos conectaron, los dorados de él se entrelazaron con los verdes de ella en un intercambio de emociones y palabras sin que ninguno abriera la boca. Cuando llegó a su altura, con el casco en la mano. Lo único que Jack pudo hacer fue besarla. Besarla como no lo había hecho en todo ese tiempo.

Tiempo que había pasado en la otra punta del país, viendo como su tío intentaba recuperarse lo más rápido posible para que ellos pudieran volver a su vida normal. Ya había salido del hospital y podía conducir, lo que hizo que el resto de la familia empezara a sobrar en esa casa. Por eso, habían decidido volver esa mañana. Jack había hablado con el entrenador nada más saber la noticia y había conseguido jugar esa tarde No se lo había dicho a nadie, ni siquiera a su mejor amigo Ryan, quería que fuera una sorpresa para todos.

En ese beso, no solo pudieron disfrutar los dos de algo para lo que habían esperado durante semanas, también confirmaron que la espera no había sido en vano. Que lo que Morgan sentía no era un simple "me gusta, pero solo durante dos semanas, ya me olvidaré", era algo más fuerta que ella no podía describir con palabras. Que lo que Jack sentía se había asentado en su corazón, había echado raíces, e iba a ser muy difícil sacarlo de ahí. Definitivamente, comprobaron que el haberse acostumbrado a tener que hablar por FaceTime tres días a la semana, el hacer el proyecto de fotografía a distancia y otras cosas que tuvieron que experimentar en esas semanas, no había hecho que su relación y los lazo que les unían se debilitaran, mejor dicho, las habían fortalecido.

Y todo se pudo ver reflejado en ese beso, en el que la distancia que tanto les había separado se vio reducida a cero en segundos. Un beso en el que en un instante, ambos se habían transportado a su propio mundo, fuera de la realidad en la que el resto de espectadores estaban emocionados con la escena, algunos incluso aplaudiendo. 

Jack se separó y dijo:

- Hola princesa, ¿me has echado de menos?

- Demasiado

Y ella le cogió de la camiseta y le acercó de nuevo para darle otro beso. Pero no podían seguir así, tenían un partido que jugar y animar que estaba a punto de empezar.

- ¡Ey Jack! ¡Nosotros también existimos, eh! - Era Connor, que gritando le llamaba a que se uniera con ellos en el lugar en el que el equipo se había puesto para escuchar el himno.

- Bueno, luego nos vemos, animadora. Y con un puñetazo juguetón que le propinó Morgan, cada uno volvió a lo que estaban haciendo.

Todas las animadoras cuchichearon sobre lo ocurrido y le sonreían a Morgan, las freshman y sophomores tímidamente, intimidadas por el simple hecho de que notaban que Morgan tenía mucha influencia en el colegio. Los jugadores le pegaron todos los puñetazos amistosos posibles a Jack, significando "bua tío, eres un crack" y todas las cosas parecidas a eso, referentes a lo que acababa de pasar.

Cantaron el himno, estaban listos para ganar.

Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora