Capítulo Siete

16 1 0
                                    

<Se lo dedico a carmenmpgil fuente de inspiración de este capítulo (aunque solo sea porque me pidió que escribiera otro...) Y va para todas las amigas que tienen el don de entrar en escena en el momento más oportuno.>


Normalmente, cuando quieres que algo pase rápido, todo pasa más lento, y viceversa: cuando deseas con todas tus fuerzas que algo pase lento (normalmente porque lo estas disfrutando, por que te lo estás pasando bien) pasa lo más rápido posible. ¿Cómo puede ser que en ambos casos el reloj vaya siempre a la misma velocidad?

Morgan no paraba de mirar el reloj, por fin había llegado la última hora del viernes. Después de haber estado cuarenta y dos minutos escuchando la voz monótona de la nueva profesora de química, la campana, si es que se podía llamar así al ruido ensordecedor que sonaba por los altavoces, indicó el final del día escolar. La pelirroja fue la primera en salir de su clase, aprovechando su velocidad para que su bajada por las escaleras no se ralentizara debido a la masa de estudiantes, llegó a su taquilla y vació su mochila: no tenía deberes, sin contar, por supuesto, el proyecto de fotografía... Algo que a ella no le costaba nada ponerse hacer y, por esa simple razón, no lo consideraba como deberes.

Se dirigió al vestuario donde rápidamente se puso su equipación y se preparó para el partido. Las otras integrantes del equipo llegaron progresivamente y poco a poco todas se mentalizaron para jugar un partido muy importante, ya que necesitaban la victoria si se querían clasificar para los campeonatos estatales.

- Me han dicho que son muy brutas, en el último partido le rompieron el brazo a la portera y el pie a un defensa. - Dijo el número 11, Mary, la menos optimista del equipo, pero la mejor cabeceadora. - Espero que no hagan lo mismo con nosotras.

El comentario hizo que todo el equipo, listo para recibir la charla del entrenador a falta de unos minutos para el comienzo, empezara a preocuparse y a dejarse llevar por el nerviosismo que causaba la situación.

- ¡Chicas! ¿Queréis dejar de gritar, por favor? Esto es lo que quieren, que nos preocupemos por lo que hemos oído para darles una victoria más sencilla.

- ¡Pues no se lo vamos a permitir!

Y después de un breve discurso de ánimo del entrenador y un grito de guerra, las jugadoras salieron al césped dispuestas a hacer lo que fuera necesario para llevarse la victoria que tanto merecían.

El campo de fútbol estaba lleno, las gradas no podían proporcionar asiento a nadie más así que mucha gente se conformó con quedarse de pie en la banda. Las animadoras, que no solían animar en los partidos de fútbol, habían acudido por la importancia de este. Los chicos del equipo masculino, habían conseguido más bancos en donde sentarse todos ellos para animar a sus compañeras de deporte. Con las animadoras, intentaban que el público vitoreara más y más hasta dejarse la voz.

Quedaban cinco minutos para el final y el campo estaba sumido en silencio: las animadoras se habían sentado a descansar después del esfuerzo realizado, las gradas. que seguían igual de llenas, estaban dominadas por un silencio causado por la frustración y por que la gente se había quedado sin voz, sólo se podían oír los amagos de gritar de algunas personas desesperadas. La frustración también se había apoderado de los jugadores sentados en el banquillo: eran como muelles, se levantaban cuando las chicas se acercaban a la portería contraria o viceversa y permanecían sentados cuando el juego se centraba en el centro del campo.

El resultado: 1-1

Si quedaban así tendrían que ir a la prórroga. Pero Morgan se encargó de que no sucediera. Con el número ocho a la espalda, la capitana del equipo se dirigió, a falta de un minuto, a la bandera desde conde tendría que sacar el córner. Lo hizo perfecto, la curva que describió el balón iba directa a la cabeza de una de las jugadoras, Mary, la número 11. Esta remató, con la mala fortuna de que fue muy centrado y que el portero pudo evitar el gol con una mano salvadora. Pero el rechace cayó en los pies de Bailey que sin dudarlo, se lo pasó a Morgan, sola en la banda derecha, que volvió a centrar y esta vez sí el balón entró por la escuadra gracias al empujón que le proporcionó al balón la cabeza del número veinte, Becca. 

Todas lo celebraron al máximo y su felicidad aumentó cuando los chicos también ganaron su partido. Morgan y Jack, después de despedirse de todos, se fueron en el coche de él a casa de Morgan, tenían asuntos de los que hablar.

El tráfico era horrible, así que mientras avanzaban a paso de caracol, planearon cómo enamorar a Becca. A Morgan le dolió un poco, pero algo en su interior le invitó a pensar que no todo estaba perdido, que ese tiempo pasado con Jack serviría para algo y, aunque el tener que ayudar a enamorar a su mejor le rompía el corazón y más sabiendo que Becca no quería saber nada de ella, sonrió durante lo que quedaba de día.

Llegaron a casa, y estaban tan cansados que decidieron ducharse y ver una peli, no vieron a Anthony ni a Sheamus por lo que supusieron que estarían de fiesta. Los padres de Morgan, se habían ido a cenar con unos amigos y tampoco volverían hasta tarde, tenían la casa para ellos solos, y a ninguno le pareció mala idea.

Vieron Harry Potter, todas las que pudieron ver; eran unas películas que les apasionaban a ambos sobre todo por la imaginación que expresaban de su autora los libros. Cuando salió Robert Pattinson en escena, Morgan suspiró, a lo que Jack contestó girando levemente la cabeza en su dirección con un ceja levantada. 

- ¿Qué? - Morgan dejó el chocolate a un lado para reforzar su explicación con gestos - Soy Team Jacob, obviamente, pero Robert Pattinson en Harry Potter no me desilusiona.

Y la respuesta de Jack fueron unas carcajadas que rápidamente contagiaron a Morgan y que acabaron con el ambiente de intriga y peligro que había predominado en el salón gracias a la película.

Cuando ya no pudieron más y sus párpados se lo suplicaron, decidieron que era hora de irse a la cama y ambos acabaron a los diez minutos bajo los delicados hechizos de Morfeo, cada uno en su cama con la cara mirando en direcciones opuestas. Durante la noche, hubo momentos que llegaron a estar tan cerca que si alguno se los dos se hubiera despertado, seguro que el sobresalto causado por la poca distancia que los separaba, habría despertado al otro.

- ¡Morgan! - El grito de su amiga hizo que ambos Jack y Morgan, se despertaran de inmediato, Jack apartó su brazo, que había acabado involuntariamente alrededor de la cintura de Morgan - Con que no era lo que creía ee... Pues aquí estás, durmiendo con él, ¡Quién lo diría! La buena de Morgan durmiendo con un chico...

- Ni se te ocurra meterte así con tu mejor amiga.

- Oh, Y encima tu novio te defiende, ¡qué mono!

- ¡BECCA! Cállate ya - Dijeron los dos a la vez, Morgan seguía entre sus sábanas y parte de su mente seguía soñando con Cedric y Harry - No es lo que parece, de verdad

- ¿A no? Demostrádmelo.

Y en ese momento sintió como los labios de Jack, que ya había salido del revuelto que había hecho son sus sábanas, se juntaban con los suyos en un movimiento delicado. Becca, sorprendida al principio, no tardó mucho en responderle el beso y ambos se separaron cuando sus pulmones lo necesitaron.

- Eres un idiota - dijo Becca, que no tardó en desaparecer por la trampilla por la que había subido. 

Cuando se dio la vuelta, Jack entendió que estaba solo; no sabía donde estaba Morgan, a lo mejor había ido a hacer el desayuno. Y no se equivocaba, Morgan estaba en la cocina, haciendo el desayuno mientras limpiaba con cuidado alguna que otra lágrima que contra su voluntad se había escapado, ella creía que lo había superado



Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora