Dormité por varias horas.
Creo que recién había podido pegar el ojo cerca al mediodía; Doc había vuelto a ser sedado, creo que es un tío muy hiperactivo, no sabías cuándo entraría en acción.
— No es necesario que ella salga —decía Kaled a Rojo, aunque estaba adormilada tenía que ir con mi familia.
— Buenos días —saludé a nadie en particular, ambos giraron su atención sobre mí—, me gustaría volver a casa, solo déjenme en la entrada de la ciudad y yo me encargo del resto. —Kaled miró a Rojo algo receloso—. Mi bolsa podrá quedarse con uno de ustedes, no necesitaré provisiones tampoco. —Nos miramos en silencio.
«Si creen que los voy a delatar, al menos quiero ver que mis padres y mi hermanito estén bien», pensé.
— No es como si fuera a traicionar su confianza después de todo —aventuré.
— Como ya dije, no saldrás de aquí —sentenció Kaled mucho más gruñón ahora.
— Pero... —Rojo negó con la cabeza cortándome.
Se acercó quedando frente a mí con la expresión seria— Elaia, podría llevarte a otro lugar ahora mismo. —Eso no me estaba gustando—. Si gustas, con tus parientes lejanos.
Me levanté para darme un poco de valor antes de empezar el contrainterrogatorio—. ¿Por qué no puedo ir con mi familia? —solté frustrada—, han estado hablando como si me conocieran.
— Lo saqué de tus recuerdos —espetó Kaled perdiendo la paciencia.
— ¿De qué dijiste? —repetí incrédula.
— ¿O preferías seguir dando alaridos para comunicarte con nosotros? —dijo tajante, Rojo lo miró ceñudo ruborizándome; comprendí a qué se debió aquel extraño vértigo que me invadió. Otro nuevo estremecimiento me descolocó el estómago—. Ya lo comprendes ahora.
—No —siseé enfadándolo aún peor—. Te metiste a mi cabeza y hurgaste todo lo que pudiste, de remate lo compartiste. —Era peor que si me hubiera desnudado frente a todos—. ¿Compartiste toda mi vida con los demás? —inquirí con el corazón en la garganta—. ¿Lo hiciste? —insistí.
Kaled tenía su fría y enfurecida mirada sobre mí, una aureola dorada como el citrino rodeó sus irises escarlatas. Esa mutación me sorprendió más que notar a Rojo clavando su recelosa mirada de uno a otro.
Tenía cosas que no quería que nadie supiera y ciertos asuntos sobre mi vida eran muy privados. Levanté el mentón en clara rebeldía esperando las respuestas.
Kaled expulsó el aire con una profunda exhalación como tratando de calmarse de alguna forma—. Solo lo esencial —masculló, sorprendiéndome.
— ¿Qué tanto es eso? —debía saberlo.
— No sobrepases el límite —ladró en voz baja, en un tono mortífero.
¡Se trataba de mi propia vida privada!
— Ayudé a dos de los tuyos —dije con seriedad, no quería dar el brazo a torcer, bien podían echarme de una patada si con eso lograba emprender el camino a casa; un nuevo cosquilleo en mi cabeza me alertó.
— Déjala —ordenó Kaled sin apartar su enfurecida mirada de mí, supongo que podría habérselo dicho a Rojo o a otro chismoso—. Elaia —me nombró con una voz aterciopelada—, descansa y no hagas preguntas vanas, te diré lo que gustes, luego. —Estaba dando por zanjado el tema—. Duerme.
Por lo que decidí tirar a un lado mi vergüenza—. No puedo quedarme aquí, mi familia...
Rojo se me acercó muy serio interrumpiendo mis ruegos otra vez.
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Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1
FantasyElaia tiene un curioso defecto de nacimiento que la hace casi única: su sangre puede volverse azul. Como parte de ese club exclusivo, ella pensará que forma parte de una curiosa falla genética que no tendrá la menor importancia para su día a día; s...