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Jamás me había indignado tanto en mi perra vida.

— Lo siento Elaia —Rojo no sabía dónde meter la maldita cabeza, ah no, yo le agregaré otros chichones en su duro cerebro—. Dije que lo siento... ¡Autch!

— No me importa, solo tenías que escucharme —le respondí ardida; el resto observaba atento. Doc aún no aparecía— ¿Qué diablos pensabas mostrando esa toalla a todo el mundo? —Recordarlo me irritó más— ¿Jamás viviste con una mujer?

Le había arrebatado la toalla cuando había ido a increparle alguna estupidez a Kaled y él la volvió a tomar hablando de la pureza y que mi virginidad no era para tomarla en una mugrosa cueva demostrando su punto a los otros que llegaban.

Hubo un ligero intercambio de puños, sin embargo, Rojo no soltó la cosa, no sé qué mas dijo, yo le pateé duro en las pelotas antes de tomar la maldita cosa y enfundarla en una bolsa plástica, iría a la fundición junto a la basura, luego empecé a repartirle golpes de la vergüenza que me había hecho pasar, las latas de frejoles y otras conservas sirvieron para mi cometido.

— ¿Virginidad dices? —Le di una patada en la espinilla con el talón—. Jamás toques ese tema conmigo imbécil o juro que te castraré mientras duermes —ladré furiosa ante las miradas boquiabiertas de los otros—. Además, si decido hacerlo con una roca es mi puto problema.

Él y el resto me miraba en shock.

— ¿Pensaste que humillarme era lo correcto? —el dolor del cólico estaba surgiendo de nuevo, me limpié las lágrimas— ¿Alguien más quiere saber sobre la regla humana o si soy virgen? ¿Desean comprobarlo? —Amenacé, recién en ese momento noté que Kaled no estaba, entendí que habían cosas que un guerrero podía temer más que a nada.

— No —intervino Ujagar con algo de pánico—, mejor descansa Elaia, lo sentimos, debimos haberlo dejado empalizado a un poste cuando tuvimos la oportunidad.

Yo asentí con la cabeza antes de girarme e ir en busca de mi bolsa de dormir.

— Solo aléjenlo de mí —susurré aun con la adrenalina recorriendo mi cuerpo—. No lo quiero cerca o cometeré asesinato, lo juro por lo más sagrado.

—Ve ricura, ahora nos encargamos nosotros —Zachary parecía tener algo de sentido común.

Me detuve en la entrada de la estancia que Kaled había preparado para mí. O eso creo.

— Eso parece un nido —murmuró alguien, encontré una ruma de mantas que estaban bajo la bolsa de dormir, la forma cóncava en verdad hacía que se pareciera a uno.

¿Qué diablos pasó por la cabeza de Kaled?, pensé confundida.

— Tenías que despertar a Elaiazilla —azuzó Zachary cerrando la puerta improvisada para aislarme de todos, no tengo idea de en qué momento la habían hecho, la puerta corredera del baño había sido hecha por obvias razones.

Nadie aprobó el uso de cortinas.

Sus risas nerviosas como si hubieran escapado de un asesino serial me calmaron un poco.

— ¡Alec, estabas vivo!

¿Lo habían dado por muerto?

Le quité importancia y cerré los ojos, el descanso alivió un poco los hincones en mi vientre.

............ ∞ ............

— Elaia, bebe un poco de caldo —solo abrí un ojo para encontrarme con Doc, tenía la cara azulada por la quemadura del sol sobre su deshidratada piel—. A estos idiotas les pareció divertido noquearme antes de ir a buscar el pescado —explicó.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora