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Y así llegó una insoportable tormenta en la que los pichones hicieron algo sorprendente, habían cerrado la cueva con alguna de especie barro como las golondrinas, en las pequeñas ventanas de ventilación que estaban al ras del techo colocaron unas tablillas inclinadas hacia abajo que daban hacia afuera para que no entrara el agua y mojara todo e impedir así que la luz saliera.

Todos nos mirábamos las caras con la tenue luz de las linternas, que sorpresa habíamos tenido cuando descubrimos que podíamos graduarlas a máxima y mínima intensidad.

Sentada con las piernas cruzadas empecé a mecerme un poco—. ¿Y cómo era su mundo? —Solo se me ocurrió esa pregunta en medio de ese incómodo silencio, el resto me miró con más atención—. Digo, si es que puede saberse —aventuré.

— Esta cueva es mucho mejor que ese triste lugar Elaia. —Rojo era un poquito negativo, ya iba notando eso.

— Es verdad Elaia, vivir cerca al Altísimo no era bueno —Zachary intervino—, y vivir en una colonia era difícil para nuestra gente, en especial para los arcángeles. —Eso no lo esperaba.

— ¿Por qué? —Se comenzaron a mirar sin atreverse a responder, sus rostros se veían fantasmagóricos bajo la tenue luz.

— Somos una raza guerrera que combate en demasiadas guerras y el Alto nos usó como tales, formamos parte de su ejército hasta que nos rebelamos ante su tiranía —respondió Kaled desde su oscuro rincón, solo él lograba pegarme buenos sustos, no había podido evitar dar un brinco—, el Alto temía que nos levantemos en cualquier momento y eso sucedió cuando tocó un nervio sensible con su impertinencia. —Comenzaba a mirarlo desde otro ángulo, era probable que Kaled fuera así para cuidar a su pequeño y excéntrico grupo—. Ganamos y caímos aquí, en este tiempo.

— Es admirable —me sorprendía mucho con mis propios pensamientos—. Solo pensaban en vivir en paz, o algo así con sus esclavos humanos —deduje, sin quitarme la idea de verlos con brillantes armaduras bañadas en sangre azul, lo cual era aterrador. Kaled enarcó una ceja en mi dirección con cierta sorpresa escondida.

Me ruboricé un poco de solo sentir su mirada penetrante sobre mí, no es mi culpa que repita lo que ellos ya habían dicho antes.

— ¿Quieres que te cuente una historia? —Eso sí me sorprendió de él, incluso el resto parecía perplejo, yo asentí con la cabeza sin poder hablar por la emoción—. Ỳổn, reparte la cena —ordenó, el resto se levantó para hacer un círculo, los dos pichones me arrastraron y terminé sentándome al lado de Kaled. Los dos revoltosos recibieron un cocacho cada uno por armar jaleo.

—Se dice que nuestra raza provino de la unión de dos hermanos: el más odiado y la más amada. —Como una versión extrema de Romeo y Julieta incestuosa. ¡Qué emoción!— Eran los hijos de Luna Cidelina y el Primero de la raza angelical.

— Yo creo que fue más bien el único idiota al otro lado del planeta. —Zachary recibió un zapatazo por parte de Ion y no pude evitar soltar una risita.

Kaled se aclaró la garganta—. Luna Cidelina era un ser etéreo que dejó el satélite que custodiaba y bajó a tierra firme para unirse al Primero por mera curiosidad; ella debía volver cada cierto tiempo para mantener la vida tal y como era en el planeta, su poder requería fluidez, no las restricciones de un cuerpo.

Imaginar eso me hacía recordar a los dioses de la humanidad—. Tuvieron muchos hijos a lo largo de los años y fue cuando el Primero comenzó a aislarse de ellos que Luna Cidelina decidió abandonar su satélite y el mundo comenzó a peligrar, a ella solo podía importarle su consorte de alguna mezquina manera.

No me di cuenta de que me había bebido el jugo de un solo trago hasta que sonó el sorbete.

— La hija más amada que acababa de tener su primer hijo con su hermano, el más odiado, decidió ocupar el lugar de Luna Cidelina; sin embargo, a su madre no le hizo gracia que ella abandonara el satélite para ver a su repudiada familia cada cierto tiempo, por alguna razón solo aceptaba a los hijos de su consorte con sus hijas.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora