Kaled

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Elaia no se preocupaba de sí misma, verla ojeando a Doc me enfadó, sé que no es algo nuevo en ella gracias a los recuerdos que vi en ella y agregando sus acciones anteriores podía corroborarlo, sin embargo, esta muchacha solo sabía sentir compasión por los demás y no de sí misma.

Esperé que a que volviera a su pequeño lugar, dejé mi guardia y me acerqué con la intención de llevarla al rincón de los suministros, debía comer.

Me contuve al verla tan afligida, aparté a Eann para que empezara la guardia y tomé su lugar, la abrigué con mi ala como lo había hecho desde que la trajimos a la cueva para asegurar su calor.

— Lo siento.

Me impresionó que ella supiera lo que hacía, sentir su silencioso llanto me indicó que quizás, solo quizás ella no recordaría esta noche tampoco.

«Maldito time», dije para mis adentros, de solo repasar los lejanos recuerdos a los que ni ella tenía acceso y no existía forma de explicárselo sin ganarme un pase seguro a la muerte. Por algún motivo, ella tenía un sello en sus memorias más tempranas.

Algo que jamás debía saberse.

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Escuchar cómo se presentaban me sorprendió, no había reparado en ello hasta ese momento; sé que ella sabía mi nombre porque ellos me nombraban a cada instante, sería ridículo decirle cómo llamarme.

Observé a Elaia, su brazo había sido raspado por un proyectil, tenía el mismo vendaje que Zacha le había puesto días atrás.

— Zachary, haz un inventario de los medicamentos y equipos médicos que tenemos. —No podía permitir que se agravara por falta de algo imprescindible.

Me sorprendía como a veces la confundía con una humana, esos ojos verdes claros, piel de porcelana y su largo cabello castaño podría ser considerada como una mestiza; ella no tenía la marca de ángel en su espalda, aunque sus dotes psíquicos parecían estar atrofiados, debía proteger su mente de los impertinentes curiosos que la rodeaban, en especial de Ỳổn, ella jamás había tenido que protegerse antes y sus defensas psíquicas eran muy lamentables.

— Eann, Ezra —los nombré, ambos estaban asaltando los pastelillos a una desprevenida Elaia—, sean útiles, empiecen a excavar. —Eso los mantendría entretenidos por un rato.

— Elaia, no dejes que te roben la comida —casi ladré sin poder evitarlo— Ellos saben cómo ir a una tienda y comprar su maldita comida. —Ella me observó un poco aterrada, debía de estar confundida con todo lo que le había pasado.

Nosotros nos camuflábamos bien cuando la situación lo requería, podíamos encargarnos de nosotros mismos, ella no, y lo peor es que no sé cómo rayos tratarla.

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Alec invocaría sus alas en cualquier momento y podría hacerle daño a Elaia, ese idiota mejoraba con rapidez y no dudaba en moverse como un gusano; Ỳổn no ayudaba explicándole a la chica qué era mejor evitar; cualquier otro contacto no sería posible y las medicinas habían sido borradas del mapa, no teníamos acceso a nada salvo botiquines de primeros auxilios, si ella enfermaba o se hería de gravedad, podríamos perderla.

«Ỳổn, será mejor que le expliques mejor sobre nuestras costumbres y manías, en especial las de Alec», le envié ese mensaje telepático a Ỳổn porque era el que tenía más contacto con ella, yo solo la espantaba con una mirada; un golpe con el ala de Alec podría romperle un hueso o amputarle las piernas.

«Zachary, necesitaremos cobertores extras, se avecina una tormenta», el buen enfermero se retiró dejando a su hijo recogiendo la basura que se había regado en el mar por su descuido.

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Time: Raza de otro mundo que controla el tiempo y el espacio.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora