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A la mañana siguiente, me despertó el abucheo de los pichones al recibir su ración de comida—. Sigue siendo injusto, ahora te has tragado nuestras papas rancias. —Ese curioso reclamo me sacó una risita que llamó la atención del resto.

— Elaia, ¿Te animas a comer? —Ninguno se había aventurado a decir nada más, solo me miraban con curiosidad y una ternura inexplicable, a excepción de Kaled y el otro más activo que no estaban; asentí con la cabeza, la timidez me embargó al recibir dos tostadas con mermelada y una cajita de jugo de durazno; los críos tenían las cajitas triangulares de la versión mini.

Observé mi ración pensando que quizás podía compartirla.

— Ni lo pienses, estos dos pueden buscar su propio alimento.

Miré a Rojo confundida.

— Y no repliques, solo come. —Asentí empezando a hacer eso mismo, estaba famélica; el jugo acarició mi desdichado estómago y amortiguó el ingreso de las tostadas. Otra tostada me llegó de algún lugar y no dudé en meterle el diente—. Gracias.

El segundo más activo, creo que Zacha, volvió a la cueva con más provisiones y un chichón en la cabeza, no sé muy bien qué hacen para conseguir las cosas, sospecho que las robaban de algún supermercado. Él, al igual que el resto tenía un porte de soldado experimentado, aunque con los cabellos hechos un desastre, él al menos lo tenía más largo y atado como una cola.

— Come —me espetó luego de lanzarme una bolsita de pastelillos de chocolate rellenos con crema, los críos me miraban como aves rapaces, la mirada amenazante del recién llegado pareció disuadirlos de hacer algún movimiento, así que yo comencé a partirlos en trocitos para que todos probaran un poco también.

—Gracias...—No sabía el nombre de todos y no estaba segura si era buena idea llamarlos por los apodos que usaba para poder diferenciarlos.

— Soy Zachary, enfermero y tercero al cargo. —Tomó mi mano y besó mis nudillos acabando con mi intento de convidarle un trozo de pastelillo, la situación con ellos se sintió embarazosa por segunda vez, no nos habíamos presentado hasta el momento, Zachary estaba exagerando un poquito.

— Zachary —repetí para memorizar el nombre. Era vergonzoso que no lo hubiera recordado, él había estado presente en mi captura, bueno, nos habían capturado junto a Kaled.

— Y él es mi hijo Ezra —era uno de los críos, sin duda con esos cortes raros de cabello, hacía imposible reconocerlos con facilidad, debías mirarlos bien.

Ezra tenía una cabellera corta y rubia atada a una media cola, sin olvidar sus vivaces ojos verdes; con el rostro de un joven y el cuerpo también. Su padre gozaba de una buena contextura atlética como Ala Rota. Rojo y Kaled parecían un poquito más carnívoros. Doc era el peso pesado, puro músculo aterrador, era el médico.

— De poca importancia claro, lamento no haberme presentado antes, me llamo Ỳổn —lo dijo orgulloso con un extraño dejo, yo me atoré con el jugo.

— ¿Kion? —Repetí recordando cierta raíz.

— Ỳổn —volvió a repetir él en su dejo extraño.

— ¿Iohn?, ¿John? —mis vanos intentos parecieron causarle gracia al resto, su extraño dejo era raro en especial al pronunciar su propio nombre en su lengua, en el mío debía sonar a Ion, así que decidí jugar con las variantes—. JION —volví a intentar, su mirada se tornó escarlata escarapelándome todos los bellitos del cuerpo.

Lo dejaré como Rojo para mejores interpretaciones.

— Es Ỳ.Ổ.N — deletreó su nombre, creo que mejor lo dejaba en Rojo, su cabello rubio corto se veía bien desordenado, finalizaba con una trencita que descendía hacia su cuello hasta la clavícula.

— Ok, lo capté —sería imposible recordar ese nombre sin recordar la raíz.

Ala Rota que había estado mirado con atención esbozaba una sonrisa socarrona— Me llamo Ujagar, como las estrellas brillantes. —Ok, eso me pareció más raro, él tenía un lunar en la ceja izquierda que parecía una estrella, sus rubios cabellos, casi cenizos llegaban a la altura de sus hombros, era también uno de los de mediana estatura, Rojo, Zachary y el gruñón eran los más altos por aquí. Aunque éste tenía una mirada un poco adormilada ahora.

—Es Jagar, de carretero. Le agrega una letra para parecer más interesante. —I.O.N estaba al ataque.

Una ronda de improperios raros después, Kaled llegó con un par de mochilas atadas a sus piernas y otra a su pecho; me miró con su ceño fruncido provocando que mi piel se hiciera como la de una gallina desplumada, luego se fijó en Ujagar.

— No fuerces tu ala.

El otro asintió con la cabeza en respuesta, terminando de comer lo que tenía por desayuno, el resto había vuelto a ponerse tenso.

— Te quedarás con nosotros de ahora en adelante. —Kaled parecía más convencido de eso que yo, aunque en un inicio parecía lo contrario—. No se te ocurra intentar hacer algo estúpido.

Quizás solo sigue pensando que soy una carga, él era el más fiero del grupo, podía saberlo por el aura que despedía, tenía ese don de mando que parecía circularle por las venas; dos largas trencitas se alojaban en su corta cabellera castaña dispareja, una iniciaba en su sien izquierda y recorría pegada a su cabeza hasta la nuca terminando colgando en la clavícula, la otra parecía iniciar en el mismo centro de su nuca y llegaba a la altura de su cintura, solo se podía ver desde su espalda; siempre andaba armado, como esperando un ataque.

— No señor.

Y no lo decía en broma, mis familiares, pese a las grandes reuniones festivas olvidaban ser amigables conmigo en cualquier día del año, pues si papá o mamá no estaban cerca, eran capaces de dejarme morir de hambre, como si hubiera sido un error que naciera o algo así, siempre tratando de resaltar mis diferencias físicas; por suerte vivían lejos, los únicos que en realidad habían sido buenos conmigo habían muerto con mis padres y hermano.

— Déjala tranquila, ella estaba mejor sin tus amenazas. —Rojo me despeinó quitándome un poco de tensión, que no sabía que me aplastaba.

Kaled lo ignoró—. Ỳổn, separa los suministros y no dejes nada cerca a la entrada, el brillo de una lata se podía ver desde alta mar. —El otro asintió cambiando de expresión y comenzó a organizar al grupo en forma eficiente—. Elaia, no te acerques a Alec. —supuse que ese era el nombre de Doc y que yo no le caía mucho a Kaled, muy a aparte de mis atribulaciones, confirmé que el líder era él y no Rojo.

— Está bien —confirmé bajando la mirada algo apenada, yo podría vivir en un lugar apartado y lejos del contacto humano o angelical.

El desayuno terminó con la llegada de Kaled, luego de la limpieza de los restos, empecé a organizar las bolsas de dormir y frazadas apilándolas y cubriéndolas con una enorme bolsa de plástico que encontré, tirarlas en un rincón no era bueno, además se ensuciarían más de ese modo, ya que estaban escarbando en el interior para hacer más espacio para la testosterona que inundaba el reducido lugar.

— ¿Estás bien? —Zachary me tocó el hombro con su mano libre, con la otra sujetaba a su hijo del pescuezo, mi brazo me escocía un poco y eso parecía perturbarles.

— Sí, gracias. —Asentí con la cabeza para reafirmarlo, entonces él sonrió y salió con su hijo, le llamó la atención en su raro idioma durante su partida.

— No hagas nada si no quieres —el tono cortante de Kaled comenzaba a irritarme, sabía que no debía responderle mal, tampoco quería meter en problemas a alguien, Rojo parecía a la expectativa como si quisiera brincarle mismo Rottweiler. ¿Debería salir con la cabeza en alto ahora mismo?

— No te has alimentado bien, no podríamos hacer mucho si te enfermas. —Esto último me dejó sorprendida, Kaled resultaba ser un tipo muy enigmático—. No esfuerces el brazo. —mi furia se disolvió en un instante, este tío solo era un cabezota con las chicas.

Sonreí con un ánimo un poquito renovado—. Está bien, solo ordeno un poco. —Él asintió firme y salió de la cueva, siempre en movimiento.

Rojo se sentó a mi lado siguiendo con la mirada el camino de su líder—. Kaled puede llegar a ser exasperante, no te preocupes —me dedicó una amable sonrisa a la que yo correspondí con otra sincera.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora