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Emir había demostrado ser algo torpe que dependía de los ataques sorpresa.

— Lo siento —gruñó con la mirada clavada en el suelo.

Recibir una disculpa de Emir no era lo que esperaba, Kaled le había dado el sermón de su vida, en cambio yo no estaba muy segura de qué hacer a continuación.

— Kaled —lo nombré en un susurro, él volvió su atención en mí—, yo...yo no debería estar aquí —tartamudeé nerviosa, quería salir con el resto y esperar con la incertidumbre de no saber nada.

Él me sonrió confundiéndome peor.

— Emir, escupe lo que tengas que decir, ahora —espetó perdiendo todo el encanto que me había mostrado, el otro asintió.

La astuta mirada de Emir se clavó en mí.

— Uriel tenía a un humano mascota que andaba buscando a su novia, ex o lo que sea. —Yo sabía que ese humano era Jimy—. Por desgracia, cuando pillé al humano, mi hermanito pensó que era buena idea ayudarle a escapar, para encubrir algo —continuó pensativo— ¿No te has preguntado de dónde viene con tanta comida, ropa y regalos?

De hecho sí, siempre se escabullía en el momento más inoportuno; Kaled parecía saber a dónde quería llegar.

— Escúpelo Emir o tendrás que volar con una sola ala —la amenaza de Kaled fue escalofriante.

Emir solo se encogió de hombros cruzando sus largas piernas para sentarse en el suelo.

— Uno de mis idiotas salió de juerga el otro día, mira tú como andaba el desdichado que se atoró con las cuerdas del mástil de un viejo velero frente a una bonita mansión, por suerte era noche sin luna o habría perdido la cabeza como el último espía que envié ayer.

Ese relato no me estaba gustando, su extraña mirada se clavó en mí otra vez.

— ¿No será que te gusta retozar con mi hermanito bajo el cielo estrellado? ¿Y finges aquí el trauma de tu supuesto secuestro? —empalidecí ante la estupidez que acababa de decir.

— Está tan loco como su hermano —murmuré sin poder creer lo que me decía.

— No tanto, ya no alucino cosas —lo dijo tan convencido.

Kaled negó con la cabeza.

— Idiota, Elaia no puede abandonar este lugar —le dijo firme.

— Ah no, tú te largas y la dejas a libre disposición. —Este sujeto estaba muy convencido de que yo hacía cosas con Rojo—. Elaia, te vieron retozando con mi hermano, hoy te vi... —guardó silencio de repente y miró a Kaled que parecía poco convencido de lo que decía.

Creo, a mi parecer que este sujeto estaba algo afectadito aún por haber atravesado la 'barrera' para llegar a La Tierra de donde sea que quedaba Windy, el mundo en donde había iniciado la guerra más sangrienta conocida en su historia guerrera angelical.

— Eadoin estaba fastidiándote cuando llegué, tú estabas tomando un baño en la mansión, es imposible que llegaras antes sin una plumilla —empalideció de repente—. Metí la grande —murmuró hablando consigo mismo sobre times y contratos turbios con guardas renegados.

— ¿Kaled? —me comencé a inquietar, él negó con la cabeza y me atrajo a su lado, su calor comenzó a envolverme.

— Y estás toda sucia —Emir continuaba con su diatriba— ¿Quién toma un baño y sigue sucio y con el cabello desgreñado?

Rojo estaba justificado, creo que ambos hermanos estaban medio tronados. Y no estaba sucia, solo despeinada. Bien, quizás no me he aseado en un par de días.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora