Temprano por la mañana desperté rodeada de mantas.
Asomé la cabeza para encontrar a Kaled mirándome confundido.
— ¿Qué? —me senté observando a mi alrededor, había hecho frío así que no había dudado en coger manta por manta para abrigarme hasta quedar satisfecha.
— Te armaré eso de nuevo —señaló en mi dirección—, suele bajar la temperatura aquí.
No tuve tiempo de contestar, porque fue interrumpido por un pichón roncador.
— Deja de espiar, andando, andando.
Doc empujó a Kaled llevándoselo a la cocina-comedor, un par de improperios después, salí de mi mole de mantas para ordenar antes de salir a desayunar.
Me colé al baño para revisar si había algún daño colateral en mi ropa, por suerte todo estaba en orden. Aproveché para asearme y ocupar lo que se debía. Usábamos un tanque para recolectar lo obvio. Cada tanto, alguien lo iba a tirar a la planta de tratamiento y traía otro limpio. Eran unos gorrones de primera.
— Ỳổn, no te acerques ahí —alguien amenazó de repente— escucha pedazo de...
Por los frijoles que Rojo sabía fastidiarla temprano, escuché algunos murmullos en su lengua, supongo que debía salir y averiguarlo.
Verlo con su mano en el escondite de mis bragas me quitó el buen humor. El agujero había estado dentro de la habitación, cerca de la entrada ¿Qué le importaba si metía rocotos ahí dentro?
— Esa maldita cosa es mía —el idiota tuvo el atrevimiento de levantarse con mi privacidad en su mano, con lo que me había costado lavarlo en secreto, el resto, incluyendo Kaled giró su atención de lleno hacia nosotros.
— ¿No estas usando nada ahora mismo? —eso provocó que mi sangre se acumulara alrededor de mis orejas—. Debiste decirme, puedo traerte lo que sea si me lo pides.
Me adelanté a los demás y le reventé las pelotas con una patada.
Un rodillazo le siguió cuando se dobló sobre mí.
Le arranqué mis braguitas y me metí a mi habitación de la pura vergüenza.
«¿Cómo podría usarlas luego de que las tocara?»
— Elaia, espera —no salí de mi estancia sin saber qué hacer, porque matarlo era lo único que circulaba por mi cabeza.
— Déjame Kaled —empezó a ladrar ese innombrable.
— Lárgate, debes cumplir con el abastecimiento de la semana. —Kaled no estaba armando escándalo como los otros—. Los demás, a sus deberes. AHORA.
— Elaia, siento mucho que esto suceda a menudo —Doc entró con cautela, podía suponerlo por la sombra que veía en la pared—. Te trajeron esto.
Me abracé a una manta sin mirarlo siquiera.
— Pequeña... —no quería ver a nadie, había perdido el apetito.
— Elaia, si no quieres andar medio desnuda, sal ahora mismo.
En mi rabieta ignoré a Kaled.
— Kaled, sería mejor si... —empezó Doc.
— Ella escoge lo suyo o lo escogeré por ella. —Eso me ruborizó aún más, podía sentir mis orejas calientes—, tienes diez segundos antes de que parta, si no sales para entonces, te vestiré de soldado.
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Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1
FantasyElaia tiene un curioso defecto de nacimiento que la hace casi única: su sangre puede volverse azul. Como parte de ese club exclusivo, ella pensará que forma parte de una curiosa falla genética que no tendrá la menor importancia para su día a día; s...