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Los días iban mejorando cada vez más.

Había despertado con muy buenas energías luego de notar que la espalda de Doc estaba casi curada, por otro lado, en estas últimas semanas había logrado un gran acercamiento hacia el grupo, en especial Kaled.

Sé que es tonto querer comer a su lado, hay algo misterioso que me atrae a su alrededor, el aroma que siempre lo rodea es demasiado tentador.

Y los otros también huelen bien, es una suerte que estos chicos no huelan como los seres humanos normales. Yo siempre tengo que estar lavándome para no causar revuelo y recibir comentarios como: por qué Elaia apesta a humano.

— Elaia, saldremos a revisar el territorio, no hay mucho movimiento y eso no es bueno —Kaled me explicaba las cosas mejor que antes—. Será mejor esconderte por un tiempo más —me despeinó.

Y sus muestras de afecto arcaicas...no podía quejarme.

— Está bien, prometo portarme bien —sonreí más animada.

Eso pareció gustarle, porque palmeó mi cabeza cuando salía.

— Oye, no vas a salir con eso otra vez —exclamó Zachary desde la entrada, ahora salía con ropa limpia, vestía como un modelo de última tendencia, no obstante, si mirabas su desastroso cabello... —Elaia, el pichón se va a reunir con un par de idiotas como él, dile que se ponga aceptable, sé que no podrá ser como yo ni en un millón de años...

Luego de su extensa oda hacia él y lo genial que eran sus genes, Kaled aceptó por el bien de todos cambiarse.

Había estado usando un par de jeans desgastados con una camiseta sin mangas de surfista, a la que le había hecho un par de surcos paralelos por donde podían salir sus alas cuando las invocaba.

Entonces, Kaled se puso una camiseta negra sin mangas, admito que era un poco más ajustada y le quedaba muy bien.

— No siento la espalda con esto —refunfuñó tirando su camiseta al rincón de la ropa sucia, noté que habían dejado demasiada ropa sin lavar. No debía distraerme viendo sus torsos desnudos, iba a babearme en cualquier momento.

Yo por mi parte no salía mucho, por lo que no usaba mucha ropa y la que traía Rojo no era muy cómodo, era imposible usar vestidos en esta cueva. Imposible. Prefería shorts y camisetas sin manga ahora que hacía más calorcito. Sacha y Kaled eran buenos consiguiendo ropa deportiva.

— Kaled, podría lavar eso si no te importa —y porque era su parte del rincón, sé que me comporto un poco acosadora.

Demasiadas miradas se clavaron en mí—. No te esfuerces demasiado —dijo distraído, yo asentí con la cabeza emocionada, empecé a preparar todo para quitar la arena y la suciedad del uso. Él era muy limpio.

— Ya que estás en eso —Ezra me tendió un par de camisetas con mucha humildad—. Te puedo ayudar a secar la ropa. —Le lavaría toda la ropa por eso.

— Bien, ya que los dos harán eso, no se olviden de mí —Ujagar era el encargado de vigilar afuera mientras los otros no estaban.

Por suerte Ion había conseguido detergente biodegradable y suavizante con enjuague, lo que me ahorraría mucha agua y sería fácil transportarla al ducto de tratamiento de aguas, era un poquito más complejo de lo que habíamos visto en un principio.

Terminamos lavando toda la ropa del rincón y llenamos tres enormes galoneras con aguas servidas.

— No te preocupes Elaia, me llevaré estos bidones, tú descansa.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora