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— Elaia, presta atención, así es como se debe manipular el ala de un arcángel, de lo contrario podrías herirte.

Doc había reiniciado mis clases de anatomía y medicina, recién me daba cuenta que había volado con sus propias alas al igual que Ujagar.

— Doc, tus alas ya están mejor, recién lo noto.

Ujagar que hacía de conejo de indias asintió con la cabeza.

— Eh, sí —respondió Doc distraído—, en momentos de mucho estrés se puede lograr eso, como cuando tu vida depende de ello, no siempre sucede —esa información era interesante—, y como te habrás dado cuenta, mi ala aun esta medio desplumada.

— Elaia, iré a la ciudad, puedo traerte algo si quieres. —Zachary se comportaba un poco extraño también— ¿Chocolate, golosinas o amor?

Necesitaba una docena de pruebas de embarazo.

— No gracias —respondí animada, aunque él se lo tomó como si le hubiera lanzado una palabrota—. Ya tengo muchos y no quiero tu amor.

El que se fuera requintando me inquietó. «No lo dice en serio», pensé.

— Tu cesta no está muy llena.

Ahí estaba el gruñón, su cara ceñuda me comenzaba a preocupar, quería llorar de verdad, esto había comenzado desde la rabieta por mi virginidad. La nariz casi rota de Rojo y la guerra de avena.

Todo hace tres días atrás, lo de la nariz fue por la noche, cuando Rojo pretendió colarse a mi cuarto, acababa de tener una pesadilla y yo estaba algo fuera de mis cabales, así que Kaled no dudó en hacer justicia ciega.

— Mira lo que haces jefe. —Ujagar me abrazó peinando mi cabello—. Calma Elaia, pronto volaremos juntos y viviremos felices.

Un codazo en su estómago me ayudó a librarme de él.

— No me agradas de ese modo —dije tajante— ¿Qué les pasa a todos?

— ¿Y yo? —No podía creer que Doc también se prestara a la broma—. Eres perfecta, te entregaría mis conocimientos en la medicina y el am... —abochornada le había lanzado lo primero que tuve a la mano—. Elaia, las latas de frijoles son letales —se quejó Doc.

— Lo siento. —le dije a Kaled aterrada, estos idiotas se habían dado cuenta, por eso el otro andaba enfadado conmigo.

«No quiero que me odie», mis frenéticos pensamientos solo aumentaban la intensidad de la pequeña locomotora que tenía en mi pecho; resultaba impactante reconocer que tenías dos corazones en vez de uno.

— Elaia —me nombró serio—, si te ruborizas y les permites acercarse a ti demasiado, lo tomarán en serio —la reprimenda de Kaled me hizo recordar lo que pasó durante mi secuestro. Terminé llorando en mi estancia.

— Zachary, me iré por unos días —lo escuché ladrar.

— Claro jefe.

— Nunca pensé que estaría agradecido de la ayuda de los guardas —exclamó Doc mascullando algo ininteligible—, y pensar de que nos han tendido una mano con la búsqueda.

— Y aún está ése otro par latoso, el padre no tardará en aparecer —masculló Ujagar.

............ ∞ ............

El primer día sin Kaled parecía tranquilo, hasta que Zachary había decidido salir con Ezra con algún tipo de plan perverso.

Salir de noche no era lo que hacían, y de eso ya hacía un par de horas atrás.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora