- 15 -

47 6 0
                                    


Me encontraba en alguna especie de sueño.

Estaba en medio de un extraño pasillo, las paredes, suelo y techo eran de cristal brumoso como el hielo que no dejaba ver nada través de ellos; amplios corredores me saludaban, todos adornados con cuadros de planetas o el espacio exterior, no entendía las rúbricas, pero supongo que eran irrelevantes, miré de lado a lado por el pasillo sin ubicarme en lo absoluto.

— Elaia.

Una voz masculina me nombró a mi espalda, parecía alegre de verme, así que me giré captando solo un movimiento más adelante, así que lo seguí, llegué a otro pasillo que comunicaba a otros, el lugar parecía estar hecho de cristal por completo, con cada giro encontraba más de lo mismo, frustrada, me detuve a esperar un nuevo movimiento.

Los cuadros parecían pinturas con un efecto de movimiento que atrajeron mi atención.

Me invitaban a tocarlos con los dedos, comprobar su textura. Entonces alargué una mano y antes de que siquiera tocara alguno de los cuadros, esa voz susurró en mi oído.

— ¿Te aburriste de tu actual vida Elaia? —Quise girarme y la nada me saludó.

Desperté.

Aún tenía los ojos cerrados, sentía un ligero cosquilleo en los labios que me arrancó una sonrisa. Además una manta calientita me envolvía por lo que decidí quedarme en ese extraño y reconfortante estado hasta que alguien tomó mi mano, un cosquilleo bajo mi piel me envolvió por completo y fue la sensación más hermosa que había sentido jamás.

Me dejé llevar en esa laguna hasta que el ruido, las voces y poco a poco una brisa traviesa empezaron a jugar con mis cabellos.

Eso y el aroma del popurrí de cosas que me indicaba que los pichones estaban juntos en un mismo lugar.

Frente o sobre mí.

Al abrir los ojos solo veía sombras borrosas.

— Despertó —murmuró alguien.

— Ha despertado —comentó otro sorprendido.

No podía reconocer las voces.

— Sí, despertó —incluso uno parecía interesado en mi despertar.

— Hey, nos está mirando.

No lograba diferenciar las voces, todas parecían deformadas, hasta que Kaled entró en mi campo de visión y me jaló de las mejillas, para variar.

— Hacerme preocupar.

Hice un puchero para mi mala suerte— ¿Es que no te vale mi preocupación?

Sonaría mal si le dijera que me lo estoy pensando, otro jalón me hizo sonreír enseñando los dientes.

— Ya entendió Kaled —Ujagar intervino sonriendo—, mírala, a punto de hacer una rabieta.

Estoy muy tentada de romperle la nariz.

Rojo acercó un vaso con agua—. Nos preocupaste mucho, dormiste casi por seis días.

Miré feo a Doc.

— Antes de inyectarte nada ya estabas durmiendo pequeña —miró a Kaled con sospecha— ¿Por casualidad Kaled te besó ese día?

Por los frejoles descompuestos ¿Qué pregunta era esa? Ni en mis más absurdas fantasías, bueno, quizás tenía algunos interesantes sueños calientes, eso se debía a tanta carne que veía deambulando a mi alrededor, no es mi culpa.

— ¡NO! —chillé abochornada y no era para menos, ese idiota me quería delatar, no recuerdo haber sido muy obvia ¿Lo era? —No quiero estirones de mejillas —dije con rapidez y sonreí como pude, sé que habría un rechazo inminente.

Despertar | Choque de Mundos [Completo] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora