El Reencuentro

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Los días pasaron y no recibían noticias de Scorpius. Al menos, no desde la famosa fiesta donde Lucius Malfoy presentó a su nieto a la élite del mundo mágico.

Pansy Parkinson le informó a Draco respecto de la fiesta, sólo por eso, Draco se presentó ese día en la mansión para sorpresa de muchos y desagrado de Lucius, y no se despego de su lado para evitar que hiciera algún arreglo sin su consentimiento.

Las fotografías que Rose vio en el profeta ese día mostraban a Scorpius al lado de Lucius, sonriendo, pero esa sonrisa no se reflejaba en sus ojos. Sus ojos que antes habían reflejado su inocencia y su buen corazón, ahora eran vacíos y fríos. Aún así, Rose no se despegó de esas fotos en todas las vacaciones, era lo único que le quedaba de él, hasta su sudadera había dejado de oler a él, pero sin embargo, dormía con ella todos los días.

El día de la fiesta, Scorpius le informó a Draco que había decidido pasar el resto de su verano en un campamento de quidditch en Estados Unidos, que ya Lucius había arreglado todo. Draco maldijo a Lucius mil veces por hacer arreglos para mandar a su hijo al otro lado del mundo sin siquiera consultarle, pero la verdad era que ya estaba hecho, y que la actitud de Scorpius no había mejorado desde la última vez que hablaron. Insistió en que le diera su tiempo y espacio, que confiara en él y a Draco no le quedó otro remedio que dejarlo partir, sin embargo, le hizo prometer que le escribiría.

Y así y todo, Scorpius nunca les escribió. Hubo un momento en que Draco estaba tan preocupado que escribió al dichoso campamento, a los magos encargados del entrenamiento de los chicos para preguntar si su hijo estaba bien. Efectivamente el chico estaba perfectamente bien, según los instructores había algunos problemas de disciplina, pero era todo. Problemas de disciplina... Scorpius... no cabe duda que en estos últimos años él le había dado más problemas a Draco que en toda su vida. Maldita adolescencia. Malditas hormonas. Maldita Weasley. Draco no lo demostraba, pero la verdad es que sí guardaba algo de resentimiento contra Rose, aunque la veía sumamente deprimida no podía evitar pensar si ella sería el detonante para que su hijo no volviera a ser el mismo nunca más.

Entonces, Draco estuvo de un humor pésimo todo el verano, tanto que no quiso acompañar a Hermione y los chicos en sus vacaciones. No era que nadie estuviera de un humor muy festivo que digamos. Al menos no Rose y no Hermione, que estaba sumamente preocupada por la situación. Sí, su hija había cometido un error tremendo, pero Scorpius había sido tan inmaduro como para no darle ni siquiera la oportunidad de explicarse. Y ahora, se había revelado contra su padre, dándole a Draco demasiadas preocupaciones y eso hacía a Hermione enojar... la verdad, estaba sumamente desilusionada de Scorpius y su comportamiento. Hugo hacía lo posible por animarlas, pero ni el buen humor y las bromas del pelirrojo las sacaron de su nube negra. Al menos Jane estaba contenta. La pequeña rubia sí que disfrutaba de las bromas de su hermano. Se habían hecho muy unidos esos días.

Y así, entre lágrimas y nubes negras en el horizonte, el verano había terminado. Era el día en que los chicos se reunirían en el andén 9 y 3/4 para iniciar otro año más en Hogwarts. James se despedía del colegio ese año, así que estaba particularmente melancólico. Albus llegó triste, porque los problemas que había tenido con su mejor y único amigo no sólo no se habían resuelto, sino que se habían agravado más y no sabía si algún día el rubio le perdonaría por no haberle advertido de las maquinaciones malévolas de sus primas en su contra.

Para Rose, era un sube y baja de emociones. Por un lado, quería que Scorpius le diera la cara de una vez por todas, y por otro lado no quería verlo y que su nueva mirada fría y vacía la traspasaran después de haber sido la receptora de sus más hermosas y francas sonrisas. En el fondo, sabía que lo que había hecho no tenía perdón pero esperaba que el chico con el corazón más grande que había conocido jamás, encontrara la forma de hacerlo. Por que las perspectivas de lo contrario, eran todavía más negras que su verano...

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