Han pasado un par de semanas y no hemos sacado más el tema de mí "otra identidad" o "mi otra forma física", o por lo menos Kim no ha dicho nada y se lo agradezco.
Me han puesto un trabajo y es uno de los más divertidos que puede haber, es en la librería, es tan relajante y silencioso que creo que lo hicieron para mi tranquilidad. Llevo una semana trabajando y creo que me he acoplado perfectamente, o por lo menos eso creo, ya que nadie se queja de mí. Yo me encargo de acomodar los libros o ayudar a alguien a encontrar un libro deseado, no me quejo ni creo que es aburrido, sino todo lo contrario.
Camino por entre los pasillos algo estrechos y llenos de libros, con libreros excesivamente altos y todos llenos y en ocasiones con pequeños espacios vacíos, pero eso era raro, o era porque alguien se los había llevado a casa o porque los estaban leyendo aquí. Entro a uno de los pasillos más lejanos del lugar, en el segundo piso, con un pequeño carrito llenos de libros al azar. Me detengo en un pasillo y en cada esquina o espacio de la biblioteca hay un estrecho lugar con varios sillones y lámparas que proporcionan aquí cómodo lugar para leer. Coloco los libros en su lugar correspondiente mientras de un audífono inalámbrico me porporciona una canción que me hace mover mi cuerpo, y a pesar que es de dolor por amor es buena y pegajosa.
—Only love can hurt like this —murmuro la letra (en lo que aseguro una nota desafinada) pero con sentimiento.
Comienzo a mover mi cintura con mi cadera, al son de la música y sigo cantando la letra en un tono sumamente bajo.
—Only love can hurt like this
Only love can hurt like this
You kisses burn into my skin
Only love can hurt like this
Sigo moviéndome con más soltura y subiendo un poco más la voz, agudizando mi tono y perdiéndome en la letra y en el sentimiento de la chica que la canta, cuando canto la última estrofa doy media vuelta quedando frente a la esquina espaciosa de forma esplendida sin intención de interrumpir mi momento íntimo, pero claro... lo bueno no siempre dura para siempre.
Dejo de cantar de golpe, de mover mi cadera o sentirme libre por una vez realmente en mi vida; siento como mi sangre deja de fluir hacía mi rostro y mi cuerpo se tensa.
El hombre de cabello negro azabache y ojos grises, él que nunca habla, está en uno de los sillones de la esquina, el más apartado de todos... y está viéndome fijamente.
Siento como mi sangre vuelve a bombear, pero esta vez más rápido que de forma normal, y al final esa sangre se posa en mis mejillas, puedo asegurar que estoy roja como un tomate.
Bajo la mirada al suelo apenada, y cuando vuelvo a subir la vista un mechón que estaba recogida en una colita alta cae sobre mi rostro. De forma penosa paso mis dedos sobre el mechón y lo coloco detrás de oreja izquierda. Retuerzo mis manos en mi regazo y no aparto mi vista de él, y él de la mía.
Los segundos pasan y ambos nos admiramos en un silencio tenso, o por lo menos para mí. Luego de unos minutos así (que parecieron eternos) refunfuña exasperado, cierra su libro de golpe, creando un sonido sordo al momento en que sus hojas se golpearan; se levanta del sillón y sale del lugar con un semblante serio e intimidante.
Permanezco unos momentos sorprendida por el momento, pero luego con unas leves respiraciones retomo mi trabajo dejado la música a un lado y concentrándome en lo que hago.
(...)
—Hola —le digo a Kim al entrar a mi departamento.
El deja lo que está haciendo en la cocina y se gira a verme. Cuando nuestros ojos se topan, una sonrisa esplendida aparece en sus labios y sus bellos ojos parecen brillar.
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LOS ESPECIALES II
Teen FictionSe recomienda que leas la primera parte de la trilogía llamada LOS ELEGIDOS, para que logres entender esta historia, y no haya confusiones después. GRACIAS POR LEER.