Mis ojos apenas se abren y quedo segada por una luz que me apuna fijamente.
-Aléjale la luz, la estás lastimando -dice una voz femenina desconocida para mí.
-Lo siento -se disculpa Kim.
A pesar de tener mis parpados cerrados puedo ver como la luz desaparece. Dudo unos instantes antes de volver a abrir los ojos, al hacerlo mi vista se ve borrosa, casi como si estuviera una enfermedad en la vista que hace que vea todo borroso.
-¿Runa? -me pregunta con un tono de preocupación la mujer.
-¿Dónde estoy? -pregunto desorientada. Miro a mi alrededor, la habitación está sumamente blanca, hay de tres a cuatro personas desconocida y a Kim.
Son dos hombres y dos mujeres, las dos son rubias, una de ellas tiene los ojos café oscuro y la otra es un tono miel, los hombres uno es castaño claro pero no mucho, ojos azules, y el único que está en la esquina más alejada, el que está mirándome atentamente pero parece que su mente está en otra parte, su cabello es negro, casi como carbón o azabache, sus ojos son grises oscuros, su tez es blanca y es apuesto, tiene incluso bello en el rostro, en la barbilla, es raro pero se le ve bien.
-Estás en un hospital -habla la chica de los ojos café.
-¿Kim? -lo miro con suma preocupación-. Quiero regresar a casa -le suplico sentándome en la camilla.
Todos los que se encuentran aquí son algo bajos, menos Kim y el hombre de la esquina, este último es incluso es mucho más alto que Kim, quizá mida uno noventa o quizá un poco más.
-Runa -Kim me toma del hombro, intentando tranquilizarme.
-Por favor -le suplico al borde del llanto.
El hombre castaño se acerca al hombre de la esquina y le susurra algo, este en respuesta se acerca a su oído y no sé lo que dice, o murmura, pero el castaño asiente y mira hacía mi dirección.
-Sédenla -dice con voz autoritaria y sin preocupación.
Miro a Kim aterrada.
-Kim -suplico intentando ponerme de pie.
Él me toma de ambos hombros y con delicadeza me recuesta en la camilla, no forcejeo, pero no quiere decir que esté de acuerdo.
-No te preocupes -me pone una mascarilla en mi boca-. Inhálalo -me pide, lo hago y a los pocos segundos siento como el sueño quiere apoderarse de nuevo de mi cuerpo-. Todo va a estar bien, solo, descansa, lo necesitas -con su mano libre acaricia mi cabello mientras me sonríe levemente.
(...)
Vuelvo a abrir los ojos, y ya no estoy en la habitación blanca.
-Buenos días -escucho la voz de Kim.
Miro a mi derechaa y lo veo parado enfrente de una estufa. Me siento en la cama y observo el lugar, es una pequeña casa.
A la derecha en una esquina está una pequeña cocina, una mesa y sus sillas, todo es de metal, estoy acostada en una cama para dos personas, a la derecha, en la pared que está a mi espalda está otra puerta, supongo que es un baño, y en la esquina izquierda hay unos pequeños sillones, y a su costado una puerta de vidrio.
Todo es demasiado... raro.
-¿Tienes hambre? -me saca de mi concentración.
-¿Disculpa? No escuché tu pregunta-pregunto poniéndome de pie.
-¿Siempre eres tan correcta?
-¿Correcta?
-Sí... olvídalo -suspira y sigue con sus actividades-. Solo pregunté que si tenías hambre.
ESTÁS LEYENDO
LOS ESPECIALES II
Ficção AdolescenteSe recomienda que leas la primera parte de la trilogía llamada LOS ELEGIDOS, para que logres entender esta historia, y no haya confusiones después. GRACIAS POR LEER.