CAPÍTULO 2

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—Lo siento, lo siento —me disculpo mientras entro al despacho de Sage con Jonah en brazos—. Nadie pudo cuidarlo —los miro con cara avergonzada mientras me siento en una de las sillas.

Pongo a mi hijo en mis piernas y le entrego su peluche favorito.

—No te preocupes —me responde Runa con algo de dificultad, ya que se está sentando también en una silla cómoda, pero a ella se le dificulta ya que la pansa enorme que tiene le ha impedido moverse como es debido.

—Runa, ya te-e dije que no es necesario que vengas —se queja Sage ayudándola a sentarse.

Runa lo ignora y suspira al estar cómoda en su lugar.

Jonah tira de mi ropa llamándome. Bajo la vista y me encuentro con sus preciosos ojos.

Hay algo extraño en él, ya que sus ojos son... diferentes, su ojo izquierdo es de color azul y el derecho verde. Una combinación de los ojos de Ky y míos. Sus facciones no se parecen a las mías y no se parece a Ky, y eso es raro, ha habido momentos en los que les digo que es mi hijo se sorprenden y ellos deducen que se parece a su padre, pero en verdad no se parecen; su cabello es algo oscuro, no es tan rubio como el de Ky o Noah, y cuando está al sol se ven reflejos rojos. Su piel es muy blanca y volviendo a sus ojos, estos no son cálidos ni puros como de cualquier niño, sus ojos son algo duros y escalofriantes para las personas, y su comportamiento... es demasiado maduro para su edad, no suele hablar cuando hay muchas personas, pero suele tener esa humildad y pureza de Ky o de cualquier otro niño. Es distinto a mis ojos y a los de los demás.

—¿Si cielo? —pregunto acariciando su cabello.

Y algo que me sorprende aún más que todo, es que su cabello es ondulado, casi chino.

Se acerca mi oído para que nadie lo escuche y susurra:

—¿Quién es ese hombre?

Cuando se aleja frunzo el ceño confundida, miro alrededor, pero no veo a nadie desconocido o que él no haya visto alguna vez. Solo estamos los gemelos, Sage, Runa, Daylan y un par de personas más de confianza.

—¿Cuál hombre?

Sus ojos se despegan de mí y mira al frente, viendo a alguien.

En una imagen que está al frente de la mesa, muestra a varias personas en fichas y en medio de todas estas está un hombre de barba abundante y cabello rubio, sus ojos son un azul rey y tiene una cara amenazante, dura, intimidánte.

—¿Por qué preguntas?

Niega con la cabeza sin dejar de ver la imagen del hombre.

—Es solo que sus ojos se parecen al mío, ¿No crees?

A pesar de tener tan solo cinco años, habla perfectamente y es tan observador, se fija en cada detalle que para mí pasa desapercibido.

Tenía razón, toda, pero no quería que él estuviera muy entrometido en esto, me ponía nerviosa, el problema no era que le contara a alguien, sabía que solo tenía que hacerlo prometer que no diría nada y resuelto, el caso es que no me gusta como suele entrometerse y actuar como alguien más, no como un niño de su edad.

Le sonrío tiernamente y asiento con la cabeza, desvío su mirada y lo obligo a mirarme.

—¿Quieres hacer algo hoy? —pregunto desviando la atención del hombre.

LOS ESPECIALES IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora