CAPÍTULO 11

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Gruño frustrada mientras bajo la cabeza, conteniendo el odio que crece en mi cuerpo.

—Todos son un puñado de mierdas —espeto para mí, pero lo suficientemente fuerte como para que ellos me escuchen.

—¿Yo también?

Me paralizo.

—Sí, tú también —no quería decirlo, no deseaba que en realidad pensara eso. Mi enojo nubla mis sentidos.

Levanto la cabeza y puedo ver el dolor en sus ojos.

—Lo siento —digo, luego de haber tomado aire unos minutos—. No quise ofenderlos, lo siento Sage, lo siento... ¿Jon? —pregunto insegura, y asiente—. Lo siento Jon, lo siento todos.

Dicho esto, tomo una bocanada de aire y salgo del lugar con la cabeza en alto.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero Kim y yo, o mejor dicho, todas las personas importantes de esta ciudad perdieron la comunicación conmigo. Parece que la poca familiaridad que tenía con ellos se ha perdido, todo se ha perdido.

Estaba terminando de colocarme un vestido que se ajustaba bien con mi busto y caía suelto hasta debajo de mis tobillos, de color crema con toque un tanto rosa; me observaba en el espejo cuando escucho la puerta de mi vivienda siendo tocada de forma brusca, aporreando la puerta de aluminio.

Me apremio a mí misma a caminar para callar los golpes. Cuando abro la puerta me encuentro a uno de los gemelos. Jon.

—Hola —digo en un susurro.

—Te necesitamos —dice con voz desesperada.

—¿Qué? —pregunto confundida.

¿Qué podría ser tan importante? Golpeé al futuro jefe de la ciudad, el nuevo Gobernador. Kim ahora me odia, insulte a personas que lo único que hacían era ser buenos y pacientes conmigo.

—¿Qué sucede?

—No te lo puedo explicar, tienes que venir... Ya.

Sus palabras me alarmaron. Salgo de la vivienda no sin cerciorarme de que todo lo que podría ser un peligro en un futuro esté en orden y, salgo, cerrando la puerta a mis espaldas.

Caminamos por las calles solas por las altas horas de la mañana, pero ganándonos una que otra mirada curiosa por nuestro paso apresurado.

—¿Puede decirme que sucede? —pregunto.

—Aquí no —es todo lo que recibo.

Llegamos al edificio Central, entramo al mismo paso, y tomamos las escalera ya que, según Jon, es más rápido.

Al llegar al último piso, nos encaminamos a la oficina.

Jon abre las puertas de par en par, dejándolas abiertas para mí, al entrar yo, las cierra con un movimiento silencioso.

—¿Me pueden decir que sucede?

—Es Kim —dice el otro gemelo, que ahora sé que se llama Josh.

—¿Qué? —levanto un poco la voz.

—¿Te puedes sentar para poder explicarte? —pregunta Jon ofreciéndome una silla con su mano.

Niego con la cabeza.

—Me puedes explicar estando yo de pie.

Suspira pero al final asiente, se sienta en una silla giratoria.

—¡¿Entonces?! —exclamo al abismo del colapso de nervios.

—¿No has visto las batallas?

LOS ESPECIALES IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora