CAPÍTULO 10

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—¿Me puedes decir qué demonios fue lo de ahora? —me suelta Alec una vez hemos entrado a nuestra habitación.

Su tono de voz no es tranquilo ni pasivo, es algo alterada.

—¿Qué quieres que te diga? —suplico con la mirada que se detenga, pero él no lo nota.

Se deshace de su ropa con brusquedad. Esta molesto.

Me quito la mía y apago el aparato que me hace ver diferente físicamente y a los segundos mi cabello rojo vuelve a la normalidad.

—Hemos gastado miles de pesos en esas personas ¿En qué mierdas estabas pensando?

—Lo siento —me disculpo mientras me pongo mi pijama.

—¿Lo siento? ¿Qué va a decir Sage? Nos va a matar.

—Me interesa una malita mierda lo que Sage piense —digo con sinceridad—. No podía dejarlos morir, no frente a mis ojos... por lo menos a ellos no.

Sus ojos ahora avellana escrutan los míos, molestos, enojados, enfadados a más no poder.

Sé que fue una locura, pero no podía dejarlos solos.

Su mandíbula se aprieta, tanto que hasta su rostro se vuelve blanco por la zona de la mandíbula mientras sus mejillas y frente se vuelven rojos por estar conteniendo el aire.

—A ti te vale una reverenda mierda lo que los demás piensen de ti, incluso te vale madres que arriesgues tu vida, pero no olvides que estoy aquí, contigo, y si tu vida corre peligro, también lo estaremos Jonah y yo.

Sus palabras me dejan callada, tenía razón, mucha, y eso me molestaba, pero no podía ignorarlo. Los estaba poniendo en peligro, eso, definitivamente, lo que había hecho, seguramente provocó que llamara la atención de Valget.

Suspiro de forma cansa mientras me dejo caer en la cama.

Tenía que mantenerme a raya, tranquila y pasiva, lo suficiente como para no poner los ojos de Valget en mi cráneo. Tenía que ser más lista, pensar antes de actuar, ver las consecuencias de diferentes partes, ver lo bueno y malo que me traería, lo tengo que hacer, pero no podía dejar a la suerte a lo que queda de la familia Levison.

—Lo siento —susurro con tono rendido y arrepentido.

Y lo sentía, nos había puesto en peligro, y en verdad no sé cuando volvamos a estar entre las sombras, si es que logré ser lo suficientemente estúpida como para llamar la atención.

—No lo vuelvas a hacer —me responde Alec sentándose a mi costado izquierdo.

Me está dando la espalda, mira hacia la puerta, como si temiera que alguien entrara y nos viera.

—Es solo que quiero... —comienza a hablar, pero lo interrumpo.

—Sé qué quieres evitar que nos descubran —termino por él—. Pero no podía dejarlos solos —me muerdo el labio inferior mientras niego con la cabeza. Me rompe el alma solo imaginar lo que les pudo pasar, luego de ser una familia llena de riquezas y poder—. Mi alma y mi corazón, al igual que la conciencia no me dejarían vivir tranquila.

Alec suelta un suspiro pesado, soy consciente que para él, esto es solo un berrinche mío o una exageración.

Me mira por sobre su hombro y puedo ver su entrecejo fruncido, casi tanto que sus cejas se juntan.

—¿Los ayudaste porque tenían una pintura de un niño parecido a Jonah? Además... ¿Por qué tienen a Jonah en una pintura?

Ahora soy yo la que suspira. Me siento en el lugar mientras mis manos que se retuercen en mi regazo toman con fuerza mi pijama.

LOS ESPECIALES IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora