CAPÍTULO 17

33 5 0
                                    

No pasó más de una semana y media y la familia de Sage apareció, la casa cobró vida, las voces, las risas y demás alegraron mis días y los de Lian, y, aunque Sage no lo admita, también se pudo ver como la incomodidad entre nosotros siempre desaparecía al estar en presencia de su familia, eso era bueno... lo malo, es que teníamos que dormir en la misma habitación (en la suya) para que su familia no sospechara nada.

Una canción retumba por toda la casa mientras los gritos a causa de una broma que hizo Denise (la hermana mayor de todos); son siete hermanos, Denise, la mayor, le sigue Annie, Valer, Susan, Roth, Marie y al final Sage, el único hombre.

Los niños de las hermana de Sage gritan a todo pulmón y corren por toda la casa como no hubiera un mañana, la madre y el padre de ellos tienen confianza, así que hablan sin tapujos, y ni hablar de todas la mujeres hermanas y sus esposos, parece como si a ellos no les diera vergüenza alguna siquiera hacer bromas sexuales. Todo va de maravilla, incluso Sage sonríe levemente de vez en cuando, y eso anima más a la familia, mientras que yo solo doy sonrisas forzadas.

Todo parece ir de maravilla, todos sonríen, ríen, se abrazan, hablan, parece como si la vida fuera perfecta, y aunque no todos lo vean así, este momento sí que lo es.

Ya cansada de todas las risas forzadas que tuve que regalarles a todo, de forma despistada me pongo de pie y camino sin parecer desesperada hacia la cocina. Al entrar decido servirme un vaso con agua, cuando la bebo me recargo en la isla y comienzo a beberla de forma distraída.

—¿Su-sucede algo? —la voz de Sage me hace regresar a la realidad.

Levanto la vista y me enfoco en él, está recargado en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados, con sus ojos fijos en mí, escrutándome con curiosidad, como si quisiera saber lo que pienso, aunque dudo que sepa lo que pienso, ya que mi mente está completamente en blanco.

Suspiro mientras niego con la cabeza, termino de tomar el agua y me dirijo al fregadero, dejo el objeto y me vuelvo para quedar frente a Sage, que sigue en la misma posición.

—¿Por qué lo dices? —pregunto, tomando la misma posición que él.

—Porque huiste —responde con voz neutra, al igual que su rostro. Parece tan serio, que por un momento te hace pensar que no siente nada.

—No huía —me excuso removiéndome en mi sitio.

De manera rápida, Sage deja su aspecto desinteresado y se encamina hacia mí, alarmándome al instante y colocarme recta. Su cuerpo está tan cercas de mí, mi cuerpo se estremece pero no hago amago de moverse siquiera un Centímetro.

—¿Lo has considerado?

—¿Considerar qué? —sabía a lo que se refería, pero prefería que lo dijera con sus palabras. Sí, lo había pensado, lo había consultado un montón de veces con la almohada, pero esta no quería ayudarme, era frustrante, pero sé que me lo preguntaría, pero no ahora, no ya.

Su cuerpo se inclina y su rostro queda a la altura de la mía.

—El tener hijos —dijo sin tapujos, haciéndome sentir... rara, haciéndome sentir, extrañada por su (de nuevo), proposición de tener hijos.

—Lo he pensado pero...

—¿Pero? —me interrumpe.

Parpadeo un par de veces, mientras me remuevo en mi sitio que desafortunadamente ha quedado reducido gracias al hombre que tengo delante de mí, me lamo los labios intentando quitar la sequedad que de pronto se creó en mi boca.

—No sé —mis palabras apenas salen en un susurro, haciendo que un silencio se volviera algo tenso, por mis palabras y por su desesperación por convencerme—. Además —digo ignorando su rostro contrariado y tenso—, no quiero tener hijos fuera del matrimonio, sé que suena absurdo viniendo de alguien donde vivía en un mundo que si quiera podían tener relaciones pero...

LOS ESPECIALES IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora