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XIX

Él lo detuvo y unió sus labios, estaba sorprendido de que Eduardo correspondiese el beso, no se lo esperaba, sus manos estaban en la cintura del otro, Yayo pasó las manos al cuello de José para intensificar aquél acto.
Se dejaron caer uno arriba del otro en el sillón, José estaba debajo de Yayo, ni siquiera recordaban lo que había sucedido antes.
Eduardo se despojó de la playera de José, para después quitarse la suya, querían esto desde hace tiempo, inconscientemente se deseaban.

- Tocame otra vez, deja de mentirme. - Expresó.

- Sólo esta vez nada más, si quieres piensa en alguien más.

- Estoy pensando en ti, en todo esto. - Siguieron los besos intensos, ambos estaban en interiores y sus miembros comenzaban a molestar.

Yayo descendió una mano para asegurarse lo duro que se encontraba Pepe, gimió al descubrirlo, ¿él había provocado eso?. Extendió la mano mientras que devoraban su cuello, tocó la polla por encima de la tela y José no se quejó, en cambio, puso mayor atención a lo que se quedaría como una marca en el cuello de Eduardo.
El castaño tomó aire y sacó el bulto que él había provocado, estaba tan excitado como el otro, esa erección lo hizo querer bajar hasta ella y comenzar a chuparla.
José estaba en el puto paraíso, o el infierno en este caso. Sus gemidos no eran muy altos, pero Yayo podía escucharlos con claridad. Lo levantó antes de que se corriera en su boca, quería regresarle el placer que había sentido momentos antes.
Lo llevó a la habitación, lo tumbó en la cama, y de un tirón le quitó la ropa interior.
La erección del chico pedía a gritos ser atendida, dolía de tan sólo verla, sus respiraciones estaban agitadas, José tomó el miembro de su compañero y lo comenzó a masturbar. Yayo se retorcía debajo de él, no vio cuando Pepe lamió sus dedos e introducía uno en su entrada. Se quejó al sentir la invasión, el pelinegro movía el dedo con calma, seguía moviendo la otra mano para hacer que doliese menos. Metió un segundo dedo, Eduardo no sabía ni recordaba cómo llegaron a esto.
Después de unos minutos más, Yayo estuvo a punto de correrse, Pepe dejó de estimular su miembro para enfundar el preservativo, que había tomado en su camino a la habitación, poniéndose en posición.

[...]

:D

Odiadme.