Otro mes en que sigo sin saber de José ni siquiera su madre u otro familiar sabe sobre su paradero.
― ¿Todavía no regresa tu amigo Yayo? ― Cuestiona Corbin recostado desde su cama, al parecer despertó antes de que me fuera, ignoré responder, revolví su cabello y sonreí de la forma más falsa posible. ― No te hagas menso, si oíste. Y estás triste, no me gusta verte así Yayo, eres como el hermano mayor que no tengo.― Qué lindo de tu parte preocuparte de mí, pero estoy bien Corbin, no hay nada raro. Estoy sacado de onda porque José sigue sin decir dónde anda. ― Suspiré. ― Pero no me hagas mucho caso, son cosas de mayores.
― ¿Por qué todos dicen lo mismo cada que esconden un secreto? ¡Es muy feo de su parte! Yo no soy un chismoso, me porto bien, y nadie confía en mí, como si en verdad fuera un tonto, un bebé que le dan su biberón todavía para callarlo. ― El pequeño rompió en llanto delante de mí. Sentí mucha impotencia, y era cierto, él todavía no sabía qué tan grande o pequeña era su enfermedad.
― No digas eso. ― Respondo al mismo momento que le abrazo. ― Eres un niño muy listo y maduro para tu edad, no tienes por qué sentirte inferior a los demás, no llores, está bien si lo haces, pero esta ocasión no lo amerita, yo estoy aquí para apoyarte. ― Se aferró más a mí, acaricié su cabello, yo estoy igual de destruido como él. ― Debes ponerte el oxígeno de vuelta porque tu madre nos va castigar como la última vez, y eso será otra humillación para mí porque ya tengo 25.
― Estás muy mayor Yayo. ― Dijo el moreno mientras se limpiaba las lágrimas y acomodaba el aparato en su cara. ― Gracias por estar aquí. ― Expresa con una pequeña pero sincera sonrisa.
[…]
Ya era de noche, nuevamente el insomnio se apoderaba de mis pensamientos. Estoy haciendo todas las pendejadas que recomiendan en internet y lo que dicen mis amigos, pero sé que terminaré masturbándome pensando la forma en la que José llenaba todo mi ser.
― ¡NO PUEDES HACERME ESTO! ― Estuve a punto de hacerlo, pero unos golpes y gritos de afuera me espantaron, y más cuando esos golpes llegaron a mi puerta.
― ¡EDUARDO! ― Escuchaba decir a la señora Nat. ― ¡POR FAVOR! ― Su voz estaba destrozada, me apuré al ponerme una playera cualquiera.
― ¿Qué sucede señora? ― Cuestioné, Corbin se me vino a la mente, y esperaba no fuese sobre algún suceso que lamentaría enterarme ahora. ― ¿Dónde está Corbin?
― Se lo llevó mi hermana, ella… Ha estado fatal desde su accidente. Yo pensé que nunca querría saber de él desde que era un bebé, pero últimamente estuvo rara. ― Divagó en voz alta.
― ¿Accidente? Perdone, no es por ser metiche, pero no le entiendo, ― Y era en serio, no le entendía un carajo.
― Mi hermana es la verdadera madre de Corbin, pero como era muy joven cuando lo tuvo, me lo dio a mí en adopción. ― Confesó. ― Pero eso no importa, el oxígeno lo dejó, tengo mucho miedo de que algo le pase a mi niño Eduardo, ¿puedes ayudarme? ― Vi la súplica en sus ojos, accedí.
― ¿Sabe dónde podemos localizarla? ― Su sonrisa de gratitud me hizo apurarme a buscar las llaves de mi coche.
― Podemos ir a su casa, pero Fiorella sabría que iré hacia allá. ― Y casi freno en seco cuando me dio la dirección.
― ¿Fiorella? ¿Esa maldita perra tiene a Corbin? ― Dije sin pensar. ― Perdón, perdón, mi pareja y yo tuvimos unos cuantos problemas con ella en el pasado.
Durante el recorrido, la señora Nat me contó cómo sucedieron las cosas desde que ella y su difunto marido adoptaron a Corbin, me sorprendía el hecho de que no derramaba ninguna lágrima al contar lo que pasó.
― Llegamos. ― Musité. Espero no tener que escuchar un “adiós”, no quiero volver a estar solo.
[…]
En la siguiente parte regresa José, respiren tantito. Esto es interesante v(⌒o⌒)v
Sarakatoyo, ¡wa!
~ Fabs.
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Masoamantes || YAJOE || Gay - Slash
Short StoryTu corazón sólo hace caso omiso, si esto murió no hace falta razón, nos hacía daño a los dos. YAJOE