XLIV

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|| Un mes después ||

Apreté suavemente el anillo, yo regresaría.
Dicen que la calma llega después de la tormenta más violenta, y al parecer es una vulgar mentira, un cuento para que los adolescentes se queden tranquilos después de terminar con su primera pareja.
Llevo tiempo navegando entre las aguas de mi pasado, siento ahogarme, pero sigo sin entender cuál fue mi error.
¿Es mi condena amar a Eduardo y sufrir por ello al no ser igualmente correspondido? Se supone que la tormenta más violenta había pasado nuestro puerto. Creo que no vi venir el diluvio que venía detrás. Lo gracioso es, que no me arrepiento de nada.

[...]

Últimamente he perdido la concentración, siento como si fuese olvidando a pedazos mis recuerdos.
Me dicen que me veo triste, que mi cara refleja un gran dolor. ¿Es por él? Ya ni siquiera deseo pronunciar su nombre. Hay noches en que no puedo conciliar el sueño por llorar a mares su recuerdo, les digo a los demás que es insomnio, parece que estoy al borde de la locura.

La sra. Nat no ha querido decirme qué tiene Corbin, dice que es lo mejor para ambos. Cada que voy a visitarlo nos quedamos a solas, él se queda en cama mientras yo escucho sus recurrentes sueños donde pelea contra un enemigo poderoso para salvar al pueblo del cual es el futuro rey. De vez en cuando, "le enseño" a tocar guitarra, sólo durante cinco minutos, pues se cansa, le canto una canción de cuna y se queda plácidamente dormido. Necesito respuestas.

[...]

Hola, disculpen el berrinche.

~ Fabs.

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