XLII

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¿Cómo recuerdas a tu primer amor? Un desastre inolvidable, supongo.
Afortunados aquellos que experimentan por primera vez y leen estas simples oraciones. Si todavía no ocurre, descuida, pasará cuando menos te des cuenta.
Un consejo de mi madre fué: "No tengas miedo a enamorarte, tampoco te importe si es chica o un chico, el corazón no distingue, simplemente se siente mejor al lado de esa persona y hará lo imposible por hacerte saber".
Al pensar en José y todo lo que pasamos, me hace caer en cuenta que mi corazón se aceleraba por algo más, sabía que éramos amigos, que nos queríamos, pero nunca sentí que fuese como hermanos, siempre estuve confundido, alguna vez confesé mis sentimientos y me rechazaron, la peor experiencia del mundo. Tal vez era por él, porque él me estaba esperando aunque ninguno de los dos tuviese idea, algo así como un alma gemela.
Él derribó mis paredes, hizo que bajara la guardia a su lado, le di todo de mí, y le pagué besándome con otro el día que me pediría formalmente que dejaramos de ser lo que éramos a escondidas de todos. Sí, llevo una semana encerrado y he dejado de comer, soy un desastre, quiero desaparecer. No tengo nada si Pepe no está conmigo. Lo necesito. Lo anhelo. Lo amo.

[...]

El primero de una pareja que se enamora pierde, significa ser débil, ¿para qué enamorarse y perder el tiempo con alguien que sólo piensa en sí mismo?
Llegar y ser testigo de aquella escena fue la prueba de que tengo razón. Eduardo sólo buscaba placer, satisfacer su curiosidad, divertirse sin compromiso, jugar con mis sentimientos y mi cuerpo.
Preparé las maletas, me iba lejos, a donde nadie me conocería, o tal vez no, sólo necesito estar fuera de aquí, escapar de mi mente un rato, analizar bien todo... Pero perdonar a Yayo no está en mis planes.

[...]

*Una semana Después*

- ¿Puedo entrar? - Dije cuidadoso, ella descansaba con su ya notable vientre en mi cama.

- José, pasa, estaba despierta hace un rato. - Escuché decir mientras me acercaba a ella. - ¿Qué pasa?

- Tenemos que hablar... - Suspiro. - Parecerá rara la pregunta, ¿puedo tocar tu... Vientre? - Pedí con temor, pero ella sonrió, tomó mis manos y las puso ahí mismo.

- Es tu bebé también Bodoque, no tienes qué preguntar. - Sentía los latidos de ella. - Hoy esta muy tranquilo, tal vez será porque sabe que estás aquí. - Quité con delicadeza mis manos, ella me miró perpleja.

- Fiorella, tú y yo no podemos casarnos. Tranquila, yo te apoyaré con lo del bebé, pero simplemente no puedo casarme ahora, tengo muchos planes.

- ¡¿Lo dices por el ex gordo anoréxico ése?! Escucha, jamás, JAMÁS te desharás de mí, soy la madre del niño, y si quiero puedo criarlo sola para que no lo veas en tu puta vida. No es amenaza.

[...]

Logré calmarla minutos después, se volvió a dormir. Oí que llamaban a la puerta. Esto no me lo puedo creer, Eduardo estaba ahí mismo con un aspecto nada bueno, su cabello enmarañado, su cara roja con una expresión inevitable de tristeza.

- ¿Puedo entrar? - Dijo con voz ronca. - No vine a quedarme mucho, te llegó un paquete a mi casa, el que ordenamos hace semanas. - Extendió dicho paquete, al parecer ya estaba abierto. Seguí sin pronunciar palabra alguna. - Yo tomé el que era mío, puedes tirar el tuyo si quieres. En fin, ya tengo que irme. - Se regresó al pasillo, pero esta vez no se iba a ir así, no señor.

- Eduardo. - Articulé, lo jalé del brazo y lo acerqué a mí. - Por favor. - Supliqué.

- Déjame ir, yo sé que ella está ahí.

- Pero yo te quiero a ti, ella no me interesa.

- ¿Y tu bebé?

- Tú déjame preocupar por eso a mí. Ahora sólo necesito corroborar que sigues siendo mío. - Lo besé con todas mis ganas, cerré los ojos, disfruté volver a sentir sus labios moverse con los míos. Me correspondió con todo de él, como si supiera que me iría de su lado.

[...]

:)

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