Capitulo 28

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Capitulo 28

Bryan

— ¿Qué dijiste? — pregunte a punto de perder la cordura. 

Solo había intentado alcanzar a Constanza para devolverle su móvil que olvido en la habitación.  Cuando la logre divisar, me di cuenta que huía de Rick.  Algo que me estuvo raro y apresure el paso para escuchar aquella atrocidad.

Constanza me vio totalmente horroriza y había palideció.  Su mandíbula temblaba afirmando lo que había escuchado.  Con lentitud Rick se giró para enfrentarme.  No espere a que abriera su sucia boca, le propine un derechazo que lo hizo caer al suelo.

— ¡Infeliz! ¡Te voy a matar como un perro! — lo agarré de su fina camisa blanca y volvi a golpearlo—. Maldito violador.  Te juro que no te va a quedar mas ganas de forzar a una mujer — Brame sin dejar de golpearlo.

Quería desfigurarlo por ser tan desgraciado.  Él sabía que ya estaba conmigo y aún así se atrevió a tocarla,  a forzarla.  Tan solo el pensar el daño que le hizo me hace querer volverme loco.

Rick no se defendía y me enfurecia mucho más.

— ¿No vas a decir nada? — pregunto furioso trepandome sobre él.

Rick niega tosiendo la sangre que le había sacado por boca y nariz.  Su rostro estaba lleno de magulladuras y todavía no había acabado con él.

— No estaba pensando con claridad.  Estaba... Borracho — dijo desesperado.

— ¡Mentira! — exclamó la mujer de mi vida llorando—. Estabas sobrio y lo sabes.  Eres un cobarde — añadió dando unos pasos hacia atrás para luego salir corriendo.

Lleno de rabia agarré al desgraciado de mi ex amigo para ponerlo en pie.

— Ve buscando un buen abogado porque no voy a descansar hasta verte pudriendote en una cárcel — siseo muy cerca de su rostro—. Recuerda que lastimaste a la mujer que amo y yo destruyó a cualquiera que se mete con los míos — amenacé volviendo a darle otro derechazo que lo dejo nuevamente en el suelo.

Fui en busca de Constanza, pero ya había desaparecido y llamarla sería una estupidez porque su móvil estaba en mi bolsillo.  Estaba entre la espada y la pared.  Constanza me necesitaba en estos momentos y mi hijo también.  Me encontraba desesperado por ella.  No todas las mujeres superan ése tipo de abuso y en el estado en que estaba no podía dejarla sola.

Entre corriendo al hospital para averiguar si ya habían terminado con los análisis de mi hijo y en efecto en ese mismo momento lo traían de vuelta.

— Doctor Sanders, ¿Cómo esta mi hijo? — pregunte preocupado y el doctor de finos lentes y pelo casi blanco me dio una mirada que ni auguraba nada bueno.

— Señor siento decirle que el golpe en la cabeza trajo repercusiones en el niño. 

— ¿Qué tipo de repercusiones?

— Alexander, tiene amnesia. No recuerda nada de sus tan solo cuatro años de vida y los análisis lo confirman.

La noticia fue como un golpe seco en el estómago dejándome abatido.  Me sentía mal por lo que mi hijo tendría que pasar.  Esta claro que nunca me conoció, pero cuando recuerde la memoria y pregunte por sus padres como le voy a decir que están muertos. ¿Cómo le voy a explicar que yo soy su verdadero padre?

— ¿Cuánto cree que tardará en recuperar la memoria? — pregunto tragando el nudo en mi garganta.

— No sabemos con seguridad.  Tendremos que esperar como vaya evolucionando.  Ahora esta sedado porque el dolor de cabeza era demasiado fuerte para él así que dormira el resto del día — explicó el hombre, palmeo mi hombro y se despidió.

Mi madre permanecía al pie de la cama acariciando los pies de Alexander.

— Papá cuidara bien de ti — susurre dándole un suave beso en la frente.

******

Necesitaba buscar a Constanza así que pedí a mi madre que cuidara de Alexander por unas horas en lo que regresaba.  El primer sitio en que se me ocurrió ir a buscarla fue a su departamento, pero no se escuchaba nada al otro lado de la puerta.

— ¡Te vas hacer daño! — chillo Valentina la mejor amiga de mi hada.

Toque la puerta desesperado, pero nadie se dignaba en abrir y yo no era un jodido superhéroes para poder tumbar la puerta.

— ¡Habrán la jodida puerta! — brame dando golpes a la puerta.

De adentro se escuchaban gritos y yo no pude más, tumbe la puerta de una patada.  Mentira, seguía aquí frustrado tocando la puerta.

— ¿Qué diablos quieres?  No es un momento ahora...

Pase por su lado dejando a la pelirroja boquiabierta.  A zancadas camine a la habitación de Constanza donde podía escuchar su llanto. Cuando puse un pie dentro me detuve sabiendo que la mujer que quería en mi vida estaba en un pozo muy profundo.

La habitación estaba destrozada.  No había nada en la estancia que no estuviera roto, la cama era una de ellas.  Además en la alfombra de la habitación había sangre seca.

— Mi amiga no esta bien ahora.  Porque no te vas.  Quiero saber que le pasa y tu aquí no ayudaras — dice la pelirroja con amabilidad.

— Yo se lo que tiene — murmure buscándola con la mirada.

Constanza estaba en el suelo llorando y yo fui rápido a su lado.

— Mi amor ven aquí todo va estar bien — digo poniéndome de cuclillas a su lado.  Constanza me mira y se lanza a mis brazos.

La sostengo con fuerza y no dejo de acariar su pelo—. No estaba borracho.   Te lo juro.  Le pedí que se detuviera y no lo hizo — decía llorando en mi hombro.

Solamente el escuchar lo que le hizo me enfurecia mucho más.  Su voz débil me quebraba el corazón a niveles insuperables.

— Cariño, no digas más.  No te hace bien — susurre intentando darle palabras de aliento—. Vamos a buscar ayuda.  Un psicólogo...

— No funciona totalmente — me miro y se tocó la cabeza—. Sigue aquí y no lo puedo evitar.  Me marco para siempre.

Negué rotundamente—. Podrás olvidar mi amor.  Cuando pase el tiempo intentaremos que solo sea un mal recuerdo.

— No entiendes.  Me dejo imposibilitada de tener hijos.

Cerré los ojos y la abrace más fuerte.  Maldito lo sea una y mil veces.  Rick pagaría con lágrimas de sangre cada una de las lágrimas que Constanza a derramado.

— Se... Que te duele, pero la ciencia esta muy avanzada y si no funciona, esta la adopción.  Hay muchos niños necesitando amor.

— No es lo mismo.

Después de estar prácticamente llorando una hora en mis brazos se quedo dormida.  Sus ojos estaban hinchados y la nariz roja, no podía dejar de mirarla y sentir tristeza.

— No sabía nada — comento su amiga desde la puerta—. ¿En qué momento paso? 

— No se exactamente.  ¿Podrías prepararme todas sus cosas?  Me niego dejarla aquí.

***

Hola otro capitulo. 

Muy revelador.

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¿Enamorado de la hippie? ¡No puede ser! - SNSRTE 4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora