Epilogo

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— ¡No puedo creerlo! ¡¿Acaso no te basto yo?! — bramó Bryan mi marido desde la habitación.

Solo llevábamos un año de casados y todo estaba mejor que nunca.  Éramos la pareja perfecta con el mejor niño como hijo.  Alexander era tan tierno y siempre le gustaba pasar el tiempo con sus primos cada vez que nos reuníamos.

Estoy recostada en el mueble esperando que salga el dramático de mi marido.  Cuando lo veo solo con unos bóxers blanco mirándome como si yo fuera el mismísimo diablo, y en sus manos estaba mi viejo amigo.

Tito, mi vibrador.  No recuerdo hace cuanto tiempo no lo veía.  La última vez fue en la universidad y luego lo guarde en una caja con muchos recuerdos de mi adolescencia.  Ni siquiera me acordaba de él.

— No te basta el mío — siseo sosteniendo de sus dedos al aparato.

Rodó los ojos y suelto una risita.  Bryan definitivamente era un hombre muy celoso y muy posesivo con lo suyo.  Incluso si se trataba de un vibrador.

— ¿Por qué no hacemos una fiesta los tres? — murmuró intentando no reírme, pero su cara de desconcierto lo dijo todo.  No le gustaba la idea para nada—. El único que tiene derecho de darte placer soy yo y mi captain america — siseo lanzandome el vibrador y este cayó en mi regazo.

Solté una carcajada y él salió furioso por la puerta de la sala que daba directo a la calle.  No quite los ojos en ningún momento de la puerta.

Tres.

Dos.

Uno.

— ¡Me ves salir en bóxers y ni siquiera me dices nada! — grito cerrando la puerta de un portazo al entrar.

Sonrió burlona y él pasa por mi lado en dirección a la habitación.  Mientras lo escuchaba pelear solo en el cuarto se me ocurrió una brillante idea.  Comencé a gemir lentamente para que me saliera más creíble.

— La madre que la pario — lo escuche hablar y sentí sus pasos más cerca.  Entonces aproveche para gemir más fuerte.

Cuando Bryan llego a la sala y me vio sentada en el mueble mientras sonreía, apreto la mandíbula con fuerza.

— Mi amor ven a hacerme el amor y deja a Tito en paz.  Ya él y yo terminamos hace años — digo levantandome y acercándome a él con una mirada de cachorrito.

Bryan bufo y me tomo del trasero para acercarme más a él.

— Deja de jugar así conmigo.  Sabes que lo mío no lo comparto — dice pasando sus manos por mi cintura y rozando su lengua por el lóbulo de mi oreja.

— Perdóname mi amor no lo vuelvo hacer, pero no crees que fuera muy excitante que juguemos los tres.

Bryan me mira y vuelve su vista al aparato que esta en el mueble.

*******

— Bota ésa cosa del demonio — farfullo jadeando en busca de aire.

Bryan me había torturado desde el momento que entramos a la habitación.  Hicimos el amor como locos y luego unió a la fiesta a Tito.

Jodido vibrador de mierda. 

Era horrible estar teniendo que sentir las vibraciones una y otra vez del aparato para que luego mi marido me tomara.  Eso no es lo que me tiene emputecia, sino el hecho de que me amarara a la cama y no se detuviera ni un segundo con el vibrador.

Estaba exhausta y me temblaban las piernas.  No creo poder ponerme en pie en lo que queda del día.

— Pensé que te gustaba — susurro Bryan echándose mi pezón en la boca.
El malnacido todavía no me ha soltado y no puedo ni con mi vida.

¿Enamorado de la hippie? ¡No puede ser! - SNSRTE 4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora