Capítulo 2

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This is how it feels when you fight back

Apoyada en lo que antes parecía haber sido la pared de una casa, Deshelia jugueteaba con uno de sus proyectores holográficos, que mostraba dos gráficos a la vez: a la derecha, la imagen de un Predacon, bestias extintas eones atrás, y a la izquierda un radar que Deshelia miraba de vez en cuando.

El radar mostraba tres señales de Autobots cerca de ella y otras dos más alejadas. Las tres más cercanas eran los tres mechs que se habían quedado a su lado, protegiéndola, mientras otros dos inspeccionaban los alrededores de su antigua casa. 

La femme llevaba esperando casi tres horas esperando a que los Autobots decidieran que ya habían inspeccionado lo bastante la casa, a pesar de que un sondeo por parte de su diminuto aparato emisor de Rayos X le había confirmado nada más llegar la ausencia de Decepticons. Habría avisado a la escolta que su padre le había asignado, pero claro, ¿cómo explicar que has usado un aparato que se supone que no existe para sondear tu casa en unos cuantos segundos?

Si quería que sus pequeños experimentos siguieran siendo un secreto, tenía que ocultarlo. Así que llevaban tres horas de plantón, y ella se entretenía cómo podía releyendo de nuevo los que habían sido los puntos débiles y fuertes de un Predacon a pesar de que la especie, cómo ya hemos dicho antes, estaba extinta.

La curiosidad de Deshelia era uno de los rasgos de carácter. Y la intolerancia a no hacer nada, otro. Así que para ella, todo era mejor que estar de brazos cruzados.

Por fin, el radar holográfico mostró cómo las dos señales de Autobot volvían. Deshelia evitó un suspiro de alivio, por fin se habían cansado ese par de pesados. Cuando ambos mechs llegaron, Deshelia apagó los hologramas y se incorporó.

- Todo despejado- anunció y ella sonrió.

- Perfecto. Muchas gracias por sus servicios, Autobots, pero estoy segura de que a partir de aquí podré llegar a mi casa sola- se excusó, intentando parecer amable, aunque la realidad era que se los quería quitar de encima cuanto antes. No sabía cuanto tiempo quedaba para que Bumblebee llegara con Wheeljack.

Su escolta, no obstante, tenía otros planes:

- Lo sentimos, pero las órdenes de Optimus Prime fueron claras, debemos acompañaros hasta la misma puerta. Le pedimos que nos deje hacer nuestro trabajo, colóquese tras mis compañeros.

Deshelia contuvo un bufido. A veces le fastidiaba que los Autobots admiraran y respetaran tanto a su padre. Era un honor y todo eso, pero podía a llegar a ser cargante. Sobre todo cuando eso le impedía salirse con la suya.

Los cinco Autobots la acompañaron hasta la misma puerta, y Deshelia tuvo que cerrarla en sus narices para que la dejaran en paz. Activó el radar y no se sintió a gusto hasta que vio como sus señales desaparecían. 

Lo primero que hizo fue activar el sistema de seguridad, convirtiendo la casa en un bunker en pocos segundos. Lo segundo que hizo, fue contactar con su padre vía mensaje cifrado, para informarle de que había llegado a la casa sana y salva. Tras recibir la respuesta de su padre, empezó a organizar la casa.

Empezó por la planta baja y siguió subiendo, hasta llegar a la quinta y última planta, dónde se encontraban los controles que monitoreaban el sistema de seguridad de la casa. Sin embargo, se llevó una desagradable sorpresa. Un scraplet, pequeños bichejos biometálicos que se alimentaban de metal. Preferiblemente, de metal vivo.

La diminuta criatura se abalanzó sobre ella y Deshelia chilló espantada.

- ¡Chatarra!

El pequeño animal robótico se enganchó a su exoesqueleto y comenzó a devorarlo, dejando una línea gris dónde antes había habido pintura violeta. La femme gritó de dolor y hizo que el pequeño demonio se soltara de un manotazo. El scraplet cayó al suelo y lo aplastó de un pisotón. 

Transformers Prime: Hija de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora