Capítulo 30

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Retorció los dígitos azul oscuro antes de forzarse a parar y posar sus servos sobre la camilla, justo a su propio costado. Se obligó a recostarse en el respaldo de la camilla. Dejó caer la cabeza, apoyando el casco en el casco. Cerró los ópticos zafiro y esperó.

Esperó a oír la puerta abriéndose y a los pesados pasos que la cruzaron. Solo entonces entreabrió los ópticos, dejando traslucir el cansancio y dolor que debería de sufrir alguien a quien le acababan de arrancar un trozo de hombro y casi se moría por la pérdida de Energion.

Una enorme figura se alzaba con toda su gloria a los pies de su camilla, y ella parpadeó varias veces, como intentando sacudirse el cansancio y fingiendo no reconocer por unos nanoclicks a su visitante.

Como si hubiera alguna posibilidad de que Deshelia no pudiera reconocer a su padre.

Pero en aquel momento ella no era Deshelia, sino Hestia, la Wrecker acusada de traición, y aquel no era su padre, sino el gran Optimus Prime, Líder Autobot.

Parpadeó un par de veces más y se incorporó ligeramente a la vez que decía, con voz entrecortada:

- Señor...

- ¿Cómo te encuentras, Wrecker?

- Dolor... hombro...

Optimus avanzó un par de pasos hasta situarse en el lateral de la camilla, examinando el hombro herido.

- ¿Es gra-ve?- dejó escapar una tos.

Interiormente, se felicitó por lo real que sonaba.

- Los médicos aseguran que tus heridas, aunque graves, sanarán. No obstante, estarás fuera de combate un tiempo.

- Estoy segura de que a Pumpsmoke no le va a gustar eso.

- Puedo hacer que dispongan una cama para ti en el Ala Médica de Iacon, si lo deseas- ofreció Optimus-. Nuestros mejores médicos trabajarán para asegurar tu pronta recuperación.

Hestia negó débilmente.

- Casa.

Optimus asintió.

- Respeto tu deseo de recuperarte en la Base a la que estás acostumbrada- Hestia sonrió débilmente. Optimus apoyó un servo en el borde inferior de la camilla-. Descansa, Wrecker. Te lo has ganado tras derrotar al Azote de Tarn. Te ofrezco un agradecimiento, nuestra Causa está en deuda contigo.

- ¿La Causa está en deuda conmigo?- tartamudeó ella, la sorpresa casi haciéndola olvidar que estaba fingiendo estar medio muerta.

Optimus asintió lentamente antes de hablar.

- Desde hace decenios, los Decepticons de la Generación de la Guerra han demostrado ser guerreros temibles, y se estaba empezando a extender por las líneas la creencia de que son invencibles.

- Eso es como una patada en el maletero para la moral de las tropas.

- Afirmativo. Pero al derrotar al Azote de Tarn, has demostrado que no son invencibles. Se les puede matar.

Cualquier otro no lo hubiera visto.

No hubiera visto el brevísimo relámpago de miedo que cruzó los ópticos del Prime.

Pero ella no era cualquiera, era su hija, y conocía a su padre. Parpadeó, confusa: que los de la Generación no fueran invencibles... ¿no era una buena noticia? Y su padre... ¿asustado? No era algo que creyera posible.

Pero ese miedo en los ópticos de su padre desapareció en un instante, y antes de que le diera tiempo a analizarlo más, Optimus siguió hablando.

Transformers Prime: Hija de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora