Capítulo 28

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Su espada atravesó al Con de parte a parte.

Retiró la espalda de un brusco ademán y giró sobre su propio eje mientras enarbolaba ambas armas para desviar los disparos que iban hacia él y hacia Bulkhead.

Wheeljack avanzó un par de pasos, saltó hacia un Con con las espadas por delante, y le cortó la cabeza de un tajo. Recibió un golpe en la parte inferior de la espalda que le hizo caer al suelo, pero rodó sobre si mismo y se puso en pie, ambas espadas cruzadas ante él para repeler el posible ataque.

Pero el Con que le había empujado no tuvo oportunidad, ya que Bulkhead le aplastó la cabeza con su bola de demolición. Su compañero cruzó una mirada con él, y Wheeljack asintió. Bulkhead le sonrió. No necesitaron más para comunicarse entre ellos: varios milenios combatiendo juntos les habían dado la capacidad de comunicarse sin hablar, y Wheeljack pegó su espalda a la de Bulk, cubriéndose las espaldas mutuamente.

El Armero Wrecker dedicó un momento a mirar atrás cuando oyó un Puente abrirse. Se puso en guardia cuando varios mechs salieron de él.

- ¡Wheeljack!- gritó el que los lideraba.

Al Wrecker le tomó unos nanoclicks reconocerlo: Bumblebee, el Rastreador. Wheeljack recordó de golpe que Deshelia y él habían acordado que el Rastreador se presentaría con un equipo cuando ella lo avisara. Miró a su alrededor, al completo caos que les rodeaba. ¿Cuándo había tenido tiempo para llamar al Rastreador?

¿Y dónde scraplets se había metido?

Era consciente de que Deshelia era perfectamente capaz de cuidarse solita, pero también se acordaba de lo asustada que había estado al comprender que no era la única de la Generación de la Guerra en aquel campo de batalla.

El Rastreador tenía una metralleta desplegada en cada brazo, y tenía una puntería del demonio, prácticamente por cada disparo de Bumblebee caía un Con. Wheeljack elevó las cejas, impresionado. No estaba mal.

Wheeljack abrió la boca para decirle algo al Rastreador, pero una titánica figura apareció entre los edificios y las ruinas. Aún estaba lejos, pero Wheeljack lo reconoció a la perfección. No era la primera vez que se lo encontraba en el campo de batalla, y el Wrecker siempre había sido lo suficientemente listo como para salir por patas cuando se lo encontraba de frente.

NightVision, el Azote de Tarn.

Uno de los grandes guerreros de la Generación de la Guerra. Todos los de la Generación eran letales, pero había tres de ellos que sobresalían incluso entre los suyos. Y NightVision era uno de ellos. Se rumoreaba que el mismo Megatron lo había entrenado, instruyéndole en el arte del combate desde que era un sparkling, y que se había convertido en un guerrero tan poderoso que incluso el mismísimo Megatron le temía.

Wheeljack no sabía cuanto de verdad había en esos rumores, pero una cosa estaba clara: si Megatron había mandado a NightVision a Uraya, estaban todos muertos.

***

- Bendito Primus, ¡mueve el maletero!- gritó Hestia.

Era muy consciente de que Bumblebee se plantaría en aquel campo de batalla de un momento a otro, y no le hacía gracia que estuviera separado de ella con uno de la Generación suelto. No había nada que quisiera más en aquel momento que echar a correr hacia el centro de Uraya, donde sabía que su hermano aparecería, y asegurarse que aquel pedazo de chatarra Decepticon se quedaba a una buena distancia de Bee.

Pero si echaba a correr, dejaría a Seaspray atrás.

Se planteó por décima vez que era lo peor que podría pasar si no se quedaba a esperar al Wrecker.

Transformers Prime: Hija de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora