Capítulo 17

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Deshelia sabía perfectamente quien era su padre.

Toda su vida se había basado en verlo marcharse y volver prácticamente ileso. Algunas veces tenía algún que otro golpe, pero nada de gravedad. Podría decirse que estaba medianamente acostumbrada a que una noche su padre le dijera que tenía que salir a jugarse la vida por un tiempo.

Se preocupaba, por supuesto que sí, pero sabía manejarlo. Su padre destrozaba Decepticons por todo el planeta, calmaba los ánimos en las Ciudades Neutrales e inspiraba a cada Autobot que le observaba luchar o simplemente, que le escuchaba hablar. Y mientras, ella se quedaba en la Ciudadela bajo la estricta tutela de Ultra Magnus (ya que Ratchet solía acompañar a su padre en las misiones como médico de campo), de la que intentaba escapar cada vez que podía con Bumblebee como cómplice.

A veces, en aquellas ocasiones que la causa de la ausencia de su padre era porque tenía que irse a otra base Autobot por un tiempo, incluso era relajado: sin Ratchet ni su padre en Iacon, lo cierto es que a Magnus las ganas de vigilarla se le pasaban muy rápidamente dado la enorme facilidad que tenía la femme para sacarlo de sus casillas, así que por lo general y una vez se hubo convencido a sí misma que su padre era lo más parecido a un soldado invencible que había en todo el planeta, las raras ocasiones en las que Optimus abandonaba Iacon solían significar un respiro para Deshelia, unos gloriosos días en los que podía salirse un poco del molde, curiosear más a fondo, conocer a algunos guerreros, acompañar a Bumblebee a alguna reunión de ambiente sospechosamente fiestero en la clandestinidad de los sótanos de la Ciudadela.

Sí, solía ser así.

Excepto cuando Megatron entraba en escena.

Deshelia sabía demasiado bien de lo que era capaz el líder Decepticon. Había visto vídeos, de él masacrando filas y filas de valientes Autobots como si no fueran más que serrín, lo había visto combatir contra su padre.

Megatron era uno de los pocos Decepticons capaces de plantarle cara a su padre y vencer, posiblemente el que más porque en su caso, todo adquiría un matiz personal: no era ningún secreto que antes de la guerra, Megatron y Orion Pax habían sido prácticamente hermanos. Como ella y Bumblebee.

Imaginarse aquella situación, pero con ella misma y Bumblebee en lugar de Optimus y Megatron, le daba náuseas.

Así pues, Megatron suponía un plus de peligrosidad para su padre. No por la técnica o la fuerza, ya que los de la Generación también le supondrían un problema, así como grandes comandantes como Skyquake o Dreadwing (1), pero con Megatron... su padre tenía buen fondo. Demasiado para una guerra.

Su padre siempre daría una segunda oportunidad. Y el problema era que con Megatron, aquella segunda oportunidad quedaba muy atrás en el tiempo pero bien sabía ella que en un combate con Megatron, su padre siempre dudaría antes de dar el último golpe. Y Megatron no.

Así que pensar en su padre destinado en Vos, defendiendo Protimax del mismo Megatron, la ponía enferma.

Habían pasado tres días y, sin la más mínima noticia de lo que ocurría en Vos, Deshelia se subía por las paredes. El abollón que le había hecho a la pared de su cuarto la última vez que se había enfadado con su padre ahora tenía un gemelo en la pared opuesta, aquel fruto de la ansiedad y la preocupación por su padre.

Uno podría pensar que por ser quien era, Deshelia tenía libre acceso a la información de las misiones Autobots, pero nada más lejos de la realidad. Su padre no disfrutaba particularmente de compartir aquel tipo de información con ella y cuando no estaba, Ratchet hacía honor a aquel sentimiento. Sin embargo, aquella vez Ratchet por lo menos había decidido ir comunicándole cada vez que tenía conformación de que Optimus seguía vivo.

Transformers Prime: Hija de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora