Capítulo 13

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You are my source of strength

Para cuando Deshelia llegó al Ala Médica, era más que evidente que el enfado con su padre seguía muy presente. Todos los presentes lo notaron: Deshelia solía hacer gala de una sonrisa tranquilizadora o en su defecto, pícara e insolente. Sus ópticos siempre eran amables y chispeaban debido a alguna futura broma que se le acababa de ocurrir.

Pero en aquel momento, la mirada de Deshelia simplemente, daba miedo.

En el recorrido hasta su puesto de trabajo, al menos cinco Autobots curtidos en batalla saltaron fuera de su camino: sus ópticos llenos de amenaza y su forma de andar, con los hombros cuadrados y el paso firme, les hacían apartarse por instinto. Y no era solo eso: era ella. Una esencia la envolvía, peligrosa y fría, que advertía a todos los bots a un nivel instintivo que no era buena idea molestarla en aquel momento.

Incluso Ratchet, que para aquellas cosas era menos receptivo que una pared, detectó enseguida que su joven Auxiliar no estaba de humor. Así que se limitó a indicarle el trabajo que tenía pendiente y a dirigirle la palabra solo cuando era necesario. Los demás médicos y Auxiliares fueron aún más drásticos: nadie se atrevió a mirarla siquiera. Todos, en lo más profundo de sus metálicas vísceras, tenían el presentimiento que si lo hacían, no acabaría bien.

Por su parte, Deshelia tenían que hacer verdaderos esfuerzos para que su enfado no se filtrara al trato al paciente. Bastante tenían los pobres, con sus heridas de guerra, como para encima estar aterrorizados con el comportamiento de Deshelia. Sin embargo, apenas lo consiguió y detectando que no era la más indicada en aquel momento para establecer contacto con los pacientes, se dedicó a resolver problemas técnicos: unas pinzas con mala sujección, sierras quirúrgicas que habían perdido el filo y un recolector de Energon cuyo espacio de almacenamiento goteaba.

Y mientras se dedicaba a reparar el instrumental y a revisar a pacientes que estaban sumidos al éxtasis (y que por tanto, tuvieron la suerte de no tener que interactuar con ella en aquel momento), Deshelia no podía dejar de recriminarse a sí misma su comportamiento en el habitáculo. ¿Cómo se le ocurría pegarle semejante empujón a su padre? ¡No necesitaba vigilancia extra!

Gruñó e hizo fuerza sin darse cuenta sobre las grandes agujas huecas que empleaban para sacar Energon de los pacientes. Las agujas, de puro titanio, se partieron ante la fuerza de la femme con un chasquido perfectamente audible. Deshelia notó las miradas en su espalda y luchó contra la rabia y las ansias de pegarle a la pared..

Ratchet, que se había quedado de piedra al ver el instrumental roto, sintió una verdadera urgencia en todo el cuerpo. Tenía que avisar a Optimus. Deshelia estaba a punto de explotar.

Ella por su parte, dejó muy lentamente las agujas rotas sobre la mesa. Las miró fijamente; rotas, partidas. Retuvo el grito de rabia que le subía por la garganta cuando ya lo tenía en los labios.

Necesitaba golpear algo.

Cuando entendió aquello, también supo que no podía permanecer allí encerrada ni un segundo más. Y por "allí", no se refería al Ala Médica. Se refería a la Ciudadela.

Así que sin mirar a nadie, se internó por los pasillos hasta llegar a aquella esquina con el punto ciego en las cámaras y se coló por el sistema de ventilación. Se arrastró por él como una autómata e mandó a volar la tapa de un puñetazo.

Saltó fuera y sintió una pequeña liberación cuando el impacto de sus pies contra el suelo levantó una capa de polvo. Pero seguía sin ser suficiente, la ira le quemaba los sistemas. Se llevó una mano a la radio y buscó la frecuencia de Bumblebee.

Transformers Prime: Hija de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora