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El equipo había ido en busca de Ultron después de todo el tumulto que el había creado en los últimos días, mientras tu esperabas con Bruce en el quinjet.
El doctor abrazaba tu cintura pero se separó al sentirte temblar, sabía que cuando eso te ocurría era porque tenías una visión.
—Nena, ¿qué ocurre? —te preguntó preocupado al ver que te quejabas mientras sostenías tu cabeza entre tus manos.
—Los chicos... —pudiste decir— Thor, Steve...Nat. Están en problemas. Bruce, tienes que ir a ayudarlos —le pediste con los ojos lagrimosos.
—Cariño, no puedo salir sin un código verde —te recordó, acariciando tus mejillas para tranquilizarte—. Voy a averiguar que ocurre, ¿okay?
Una nueva visión llegó a ti pero esta era sobre tu novio, mas bien, de "el otro sujeto". Lo viste siendo atacado por la misma fuerza desconocida, lo viste aterrorizando a la ciudad... viste a Bruce llorando por ti al sentirse culpable.
—No... No —murmuraste, la visión al fin terminó. Tenías que evitar que eso ocurriera.
—Chicos, ¿eso es un código verde? —dudó Bruce en el comunicador, sólo se escuchó interferencia como respuesta.
El doctor abrió la entrada del quinjet, tratando de averiguar que rayos sucedía con el resto del equipo.
—Bruce... —musitaste, tus lágrimas no tardaron en salir.
«Quiero terminar la misión...Quiero al más grande.»
Volteaste al lugar donde provenía esa extraña voz con un acento extranjero. Bruce notó esto y dirigió su mirada al mismo lugar que tú.
Los dos vieron a una chica castaña y a un hombre rubio junto a ella, ambos desconocidos pero tu ya habías visto de ellos en el reporte que Maria Hill les había entregado.
—Quédate aquí —le pediste al doctor sin quitar tu mirada de los gemelos, levantándote para salir dispuesta a enfrentarlos.
—_____... —Bruce tomó tu muñeca para detenerte pero tú lo empujaste suavemente.
—Quédate aquí, por favor —repetiste casi como si fuera una súplica—. No quiero perderte —le susurraste lo último, mirándolo al fin.
—No lo harás —afirmó él, mirándote comprensivo.
Querías quedarte con él pero luego recordaste tu visión reciente y te soltaste de su agarre.
Saliste del quinjet a pesar de las protestas del doctor, sentiste una ventisca de aire y en menos de un segundo ya tenías a los extraños frente a ti.
