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❪ segunda parte de I dare you ❫
Los largos dedos inquietos de Peter recorrían mis muslos con descaro, hasta que ascendió a el interior de mi blusa, apretando y maltratando a su antojo ambos senos aún por encima del sostén. Pasaron tan sólo cinco segundos (o quizás menos) desde que me había traído a su habitación y ya tenía sus manos y labios sobre cada sección de mi anatomía.
No me quejé al respecto, porque yo permanecía ocupada con la misma placentera tarea de tocar todo su antojable ser. Peter podía no estar del todo fornido o con un trabajado abdomen, pero eso no lo hacía menos perfecto... y deseable. Lo quería tanto en todo sentido.
—Cariño —lo aparté un mínimo, me sentí vacía al no sentir sus labios sobre mí—, dime que tienes condones.
—Tranquila, preciosa. Siempre estoy preparado —me guiñó uno de sus hermoso ojos, haciendo que esbozara una sonrisa infantil y estúpida—. Además, quiero hacerte el amor, no un hijo.
—Idiota —reí, golpeando su pecho. Sus orbes no se retiraban de mi rostro como si fuera algo que quisiera robarse— ¿Por qué me miras así?
—Es que en verdad eres muy linda —admitió Maximoff.
—Pete, no necesitas adularme. Me acostaré contigo aunque no lo hagas —musité, acariciando su mejilla derecha.
—No lo hago por eso. Vamos, nena, sabes que siento algo por ti desde hace mucho —replicó él y me quedé conmovida.
—Oh dulzura —me acerqué a besarlo profundamente, tirando de su labio con mis dientes al terminar—. También me gustas.
—Creo que hicimos esto al revés —observó que su cuerpo seguía sobre el mío, nuestros ropajes en desorden—. No importa. Hago todo muy rápido. Todo.
—Ah no, Maximoff —le dije al captar su indirecta—. Me vas a dejar molida.
Él se mantuvo en silencio, con una sonrisa perversa. Una fuerte ventisca sobre mí me provocó un respingo y de pronto sentí más frío que antes. Lo miré con el ceño fruncido, notando que, de alguna manera, estaba por total desnudo. ¡¿Cuándo carajos había ocurrido?!
—¡Te dije que no usaras tu jodida velocidad! —protesté, tirando de su cabellera grisácea.
—Anda, lo hace más divertido. Por cierto, bonito conjunto —me murmuró, mirando lascivo mi cuerpo. Bajé la mirada a el lugar donde sus ojos apuntaban y me inmuté de que estaba casi desnuda a excepción de que aún conservaba mis prendas íntimas de corazoncitos rojos.
