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No había cosa en el universo —o para Loki al menos— más tediosa que una cita arreglada. Vamos, ya no era un adolescente, podía conseguir sexo por su propia cuenta. Por esa razón, el día que su medio hermano llegó con una enorme sonrisa para anunciarle que su mejor amiga había accedido a tener una cena, él lo había rechazado instantáneamente. Pero Thor era un tremendo cabeza dura y siguió presionándolo por una semana hasta que finalmente había llegado el gran día. Por supuesto, Loki seguía con su insistente no.
—¿Por qué no te has arreglado? La cena es en una hora —su medio hermano le incriminó desde la puerta de sus aposentos.
—¿Acaso no he sido lo suficiente claro? No iré a esa estúpida cita —repitió el dios del caos sin apartar la vista del grueso libro entre sus manos.
—Vamos, hermano. Jane y yo hemos planeando esto para ustedes —le suplicó el rubio.
—Oh vaya, eso cambian las cosas —ironizó Loki, rodando sus orbes esmeralda—. ¿Por qué no mejor vas y consigues a alguien más para tu querida amiga?
—¿Qué tiene de malo ella? Ya la conoces.
—¿Vas a seguir insistiendo? ¿Cuántas veces tengo que rechazarte para que entiendas?
—Escucha, nuestra madre quisiera que sentaras cabeza y que tengas algo como lo que formé con Jane. Te haces viejo, no puedes seguir esperando —explicó el dios del trueno.
—¿Por qué no me sorprende? —largó un suspiro, dejando el libro a un lado para levantarse por fin—. Tú te casas y de pronto quieren que yo haga exactamente lo mismo. Creo que mejor paso.
—Loki...
—No estoy disponible, lo siento.
Thor largó un hondo resoplido, okay, había llegado a su límite. Con una media sonrisa burlona, cogió a Loki de las solapas de su traje para golpearlo suavemente contra la pared, dejándolo boquiabierto.
—Vas a ir, querido hermanito, porque si no lo haces, voy a patear tan fuerte tu trasero que no podrás sentarte durante un mes entero. ¿De acuerdo? —le amenazó "amablemente".
El Dios del caos asintió frenéticamente, sólo una persona en todo el cosmos lograba intimidarlo, y ése era Thor.
—Déjame ir por mi traje de Midgard —musitó como un niño malcriado.
—Buena decisión —sonrió el rubio, pellizcando sus mejillas antes de abandonar la habitación.
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Jane Foster saqueaba el armario de su mejor amiga tal como una madre neurótica lo haría en la primera salida de su hija adolescente, buscando el atuendo adecuado. Mientras, la castaña sobre la cama le observaba como si le faltara un tornillo, no la había contemplado así desde su boda con el príncipe de Asgard.
—Creo que éste es perfecto —dijo la astrónoma con una enorme sonrisa al tiempo que mostraba un revelador vestido negro de cortes pin-up.
—Repíteme de nuevo por qué acepté todo esto —le pidió la otra chica con una ceja enmarcada.
—No te pongas antipática. Te hará bien dejar tu súper trabajo de Avenger y salir con alguien —replicó Jane, ahora ocupada buscando un par de zapatos para complementar.
—Loki ni siquiera me agrada. Es un pedante príncipe de mami —murmuró la heroína, formando un mohín con su boca.
—Eso no te impidió bailar con él en mi boda —le recordó su amiga con una mirada divertida.
—Estaba muy ebria —se excusó ella, encogiendo sus hombros.
—Sí, claro. Ahora vas a ir a ducharte y te arreglarás para la cena de ésta noche o me verás muy molesta —le advirtió la cobriza, apuntándole con uno de sus dedos de manera amenazante.
______ abandonó la cama con los brazos en alto a modo de rendición ante la mirada de su amiga.
—Tranquila —dijo burlona, guiando sus pasos a la puerta de baño—. Dios, el matrimonio te volvió amargada.
