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Ned se acercó para darle un lindo beso de esquimal a su novia, la castaña que le observaba se conmovió ante sus cursilerías antes de dar unos pasos para alejarse.
—Ya vuelvo, par de cursis —les sonrió ella para encaminarse a la cabaña a la que había visto a Peter entrar antes.
Empujó la puerta sin molestarse en tocar, un pequeño descuido del que pudo lamentarse al atrapar a su crushsemidesnudo frente a una atractiva mujer rubia que a simple vista se notaba que le doblaba la edad al adolescente.
—¿P-Peter? —titubeó la chica, sintiendo unas gigantescas ganas de llorar. El mencionado se giró a ella con los ojos desorbitados, confirmandole lo que más temía.
—¡No, no... espera! —clamó Parker, tratando inútilmente de volver a ponerse los pantalones— Espera... sé lo que esto parece pero te juro que no es eso que parece.
—No, y-yo creo que debí tocar la puerta —las manos de la joven jugaban inquietas mientras su interior le rogaba que corriera lejos de esa sofocante cabaña.
—¡NO! —se defendió Parker—. Bueno, sí pero no por lo que estás pensando...
—Descuida, Pete. No diré nada —le aseguró—. Tu secreto está a salvo.
—______, espera —suplicó él.
—Perdón —musitó la castaña, mirando con sus ojitos tristes de cachorro al chico—. No quería interrumpir —agregó, mirando ahora a la mujer antes de esbozar una sonrisa torcida y salir casi corriendo de ahí.
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Tenía el ánimo arrastrándose por el suelo, ______ se mantuvo encerrada en su habitación de hotel, rechazando ir a las excursiones de su maestro con la excusa de que la comida le había dado una peligrosa diarrea y tenía que permanecer pegada a su baño o habría un accidente bochornoso. Era una mentira, por supuesto; se quedó botada en la cama escuchando toda una playlist de "música para llorar en tu cama" y al mismo tiempo sintiéndose una gran idiota por sentirse mal sobre alguien que estaba lejos de corresponder sus sentimientos.
Alguien tocó en su puerta, haciendo que diera un respingo antes de ponerse de pie para atender.
—Mierda —habló bajito al recibir a Peter, quien le miraba nervioso.
El interior de la chica clamaba ¡NO!, pero su lado maduro le dió el paso al chico para que pudiera ingresar a su habitación. Cerró la puerta antes de seguir al castaño, esperando a que decidiera hablar.
