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La mujer dejó salir un exasperante gemido, casi inaudible para evitar que el castaño a su lado interrumpiera su siesta también. Lo observó durante un instante, contemplando su hermoso rostro inalterable antes de resoplar frustrada al recordar la fantasía sexual que había logrado perturbar su estado de sueño.
Decidió darle la espalda y tratar de domar las fieras hormonas que no le permitían ni un momento de paz desde aquél momento en que Bucky por fin había sido liberado de su crio sueño. Miró la ventana, faltaban unos minutos para que el sol despertará a Wakanda, otro día más.
Otro día sin sexo, querrás decir. Repuso con ironía en sus pensamientos.
—Maldita sea —masculló. Claro, no era su culpa encontrarse desesperada por la falta de sexo. Era una mujer joven aún, y con un año entero sin relaciones sexuales...
—¿Nena? ¿Qué pasa? —la voz neutra de Bucky le puso la piel de gallina y se recriminó a si misma por no lograr ser más silenciosa.
—Nada —mintió ella, sin tener el valor suficiente para mirarlo.
El castaño se deslizó sobre el colchón hasta acercarse a su novia, atrapando su cintura con el único brazo que Tony Stark no había hecho volar.
—Vamos June, dime qué sucede —le pidió James, dejándole un pequeño beso sobre el cuello que no ayudó en nada al estado de la mujer.
—Estoy bien —insistió, el calor entre sus muslos aumentando cada segundo que sentía el aliento de Buck rozando su piel.
—No te escuchas bien —replicó él.
—¿Qué es esto, un juicio? —se quejó la mujer, quería salir huyendo antes de que sus impulsos la obligaran a saltar sobre el castaño y violarlo si fuera necesario.
Contrólate, joder. ¡Ya estás pensando en estupideces!. Pensó.
—Amor, tranquila —rió Barnes con su voz ronca—. Ven aquí...
La alcanzó con su brazo, obligándola a girarse para que lograra mirarle. Ella se sintió a explotar, lo necesitaba de una manera casi desesperada.
No pudo más. Lo tomó del cuello con ambas manos, lanzándose a sus labios ansiosamente antes de montarse en su regazo para conseguir frotarse.
—Maldito, hace un año que no me tocas y ahora estoy como loca —gruñó la mujer jadeante, moviendo sus caderas sutilmente para un mejor contacto con el bulto bajo su sexo palpitante.
—Nena, lo siento. Es sólo que... Stark me ha dejado sin un brazo —explicó el sargento, sintiendo como la fricción que su novia provocaba entre ellos estaba creando una erección bajo su túnica—. Tú mereces la mejor atención.
—Admito que el brazo de metal era muy excitante, pero no lo necesitas para esto —le sonrió la pelinegra, tomándole la única mano disponible para llevarla hasta su seno cubierto sólo por la delgada tela de su vestido para dormir.
—Eres increíble —aduló Barnes, dando un ligero apretón al suave pecho bajo su palma.
—Déjame hacer el trabajo sucio, amor —le musitó sobre su oído.
Volvió directo a sus labios, agregando su lengua y convirtiéndolo en un beso ardiente, voraz. Gimió al sentir lo duro que se había puesto su novio ante tal acción y no esperó ni un minuto para desnudarlo entre mordidas y besos húmedos en diferentes partes de su piel. Finalmente, se incorporó para retirarse su camisón de dormir y de sus bragas mojadas, dejando su piel expuesta para los ojos oscuros del hombre bajo ella.
Bucky llevó su mano hacía los pechos de su novia y ella se inclinó para que pudiera darle un par de mimos.
—Barnes —se quejó con un gemido ahogado al sentir la torpe mordida que él le había brindado a la delicada piel su seno.
La mujer tomó una mejor posición sobre él, levantando sus cadera hasta tener la firme erección en la entrada de su sexo hasta dejarse caer y lograr que entrara en ella. Ambos liberaron un gemido que seguramente hubiera despertado a alguien si no vivieran en aislamiento. La pelinegra no quiso esperar, se movió con un vaivén rudo mientras admiraba desde arriba como su novio jadeaba y se deshacía en puro placer. Sus manos se movieron hasta los hombros de él, clavando las uñas por todas las sensaciones que estaban descontrolando su cuerpo.
Bucky le atrapó la cintura con su mano para ayudarle a moverse más rápido con facilidad, empujando su pelvis también para llenarla hasta el fondo. Le encantaba ver ésa erótica imagen, ella montándolo mientras se movía de una manera deliciosa que conseguía hacerlo explotar de una manera que lo hacía sentir en el puto paraíso.
—¡Mierda! —gritó la chica y el balanceo de sus cadera enloqueció.
Necesitaba liberarse de tanta tensión sexual, lo deseaba.
Sus cuerpos envueltos en sudor se movían en un salvaje compás hacía la búsqueda del primer orgasmo del año. Seguramente vendrían muchos más luego de todo un año sin sexo.
June subía y bajaba sobre él sin ningún tipo de control, por otro lado Bucky gruñía cosas sin ton ni son en diferentes idiomas. La situación los estaba llevando al borde de una pasión interminable.
Con un último grito que desbordaba éxtasis puro, ambos alcanzaron el dulce y arrebatador placer del orgasmo, moviéndose lentamente hasta cesar por completo. Ella se dejó caer sobre el pecho de Bucky, siendo atacada por unos sutiles espasmos.
—Eso fue... —pudo hablar ella entre jadeos.
—Lo sé —coincidió Barnes con su ronco timbre—. Estoy hecho pedazos, nena.
—Pues recuperate pronto porque me debes mucho sexo —rió June, alcanzando sus labios una vez más.
