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( smut, lenguaje explícito)
Desde que Odín había encerrado a Loki en su súper prisión mágica para los más peligrosos, me sentía abatida y lo bastante sola para querer volverme loca. ¿La razón? Ése maldito príncipe del engaño había tomado el control de mí, tanto en cuerpo como en mente.
Así que no tuve opción, me robe un hechizo que Frigga tenía para entrar a la celda de Loki sin ser descubierta. Y sí, estaba consiente de que le había robado a la reina y que era un delito entrar a la celda de un criminal sin autorización pero, al demonio, no podía resistir otro maldito segundo.
Me encerré en mi habitación y puse el libro viejo delante de mí, cerrando los ojos mientras recitaba el hechizo. Sentí una fría corriente de aire y al levantar mis párpados ya me encontraba dentro de la solitaria celda. Me sobresalte al sentir unos dedos tomar mi cintura, acariciando la tela de mi vestido.
—Vaya, vaya, empezaba a creer que ya me habías olvidado —dijo el hombre detrás de mi espalda. Sonreí al reconocer esa hipnotizante voz.
—Traté de hacerlo. Pero creo que pusiste un hechizo en mí que me lo prohíbe, mi príncipe —bromee, mirándolo sobre mi hombro. Él también sonreía.
—O no quieres admitir que no puedes vivir sin mí, princesa —se burló el azabache, depositando un beso en mi cuello que pareció encender una chispa.
—La verdad es que ahora me atraen los criminales que intentaron acabar con un planeta entero —reí, aunque me detuve cuando sentí otro beso en el mismo lugar y luego otro y otro...
—Maldición...te extrañé demasiado, mi princesa —murmuró mientras una de sus manos descendía a esa zona tan sensible—. Eres algo tan adictivo.
Un gemido escapo de mi boca cuando su mano libre escaló hasta mi escote y tomó uno de mis senos para apretarlo entre sus dedos. Los besos en mi cuello se volvieron húmedos.
—Loki... por favor —jadee al sentir sus dedos haciendo círculos en mi pelvis, aún sobre la seda.
—No podemos, nena. Alguien podría vernos —recordó él.
—No lo harán. Al lanzar el hechizo para venir, se crea una barrera que prohíbe que vean lo que sucede aquí adentro.
—Entonces... ¿Qué quieres, princesa? Pídelo —murmuró entre besos.
