Mi primo me manda a volar, literalmente

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"Vienes al mundo a sufrir, a no servir de nada más que vivir batallas en las que podrás disfrutar temporalmente la felicidad, el honor y la gloria. Si entregas tu vida como ofrenda a los dioses, habrá valido la pena tu inútil vida."

Fue un dicho que solía decirse entre los aztecas, mexicas o como sea que se llamen, cuando un bebe llegaba al mundo. Si acaso era una referencia dirigida a un tal Dany Hernández para hacerle saber que moriría virgen a los 17 años, le daría una patada en el trasero a quien la haya dicho la primera vez. Obvio no sé cuales fueron las primeras palabras que dijeron mis padres al nacer, pero estoy seguro de que no fueron: "Bien, Dany, cuando te halles alcoholizado y mareado después de ser atacado por un pajarraco gigante, vomita encima de tu novia y todo saldrá mucho peor. ¡Yei!"

¿Qué si intenté seguir a Belinda luego de lo que pasó? No. Hasta yo sé que no iba a servir de nada mientras estuviera cubierta de todo lo que traía en el estomago. ¿Nos atraparon los del hotel? Tampoco. Ella no dijo una palabra en lo que se fue a su cuarto, asqueada de mi y mi mala suerte. Además de que ninguno pensaba llamar la atención de nadie por haber forzado la puerta de un negocio. ¿La cigüeña se arrepintió de haber llegado antes de tiempo? La verdad, no había forma de que esa ave evitara salirse con la suya. Quería desquitarme con el cadáver aunque sea para patearlo o volver a vomitar sobre él, pero además de bobo e inmaduro, ya no había cadáver al cual reprocharle nada.

Cuando me di vuelta para observar de nuevo la majestuosa criatura muerta, solo vi que su plumaje se había carbonizado como si le hubiera caído un rayo encima. Pero me habría frito a mi también si hubiera sido así. Me agaché para tocarlo y se deshizo dejando un montón de brasas al rojo vivo. ¿Qué rayos está sucediendo conmigo el día de hoy? Primero esa pesadilla que no me deja dormir, el lunático que buscaba devorarme, una tienda fantasma y una pájaro alérgico al agua.

-Realmente me estoy volviendo loco.

Fueron mis últimas palabras antes de irme a dormir con la idea de que iba a lamentar todo aquello el día siguiente. A eso súmenle una cruda de mala muerte y el sonido del teléfono sonando queriendo darme el golpe final a mis tímpanos. Estaba envuelto en sabanas y alargo la mano para tomar la llamada intentando no ser muy obvio.

-¿Bueno?- murmure de mala gana.

-Dany, ¿eres tú?

-Eso creo...

-Dany, soy el Hermano Jorge. Llamo a los cuartos para decirles que los espero en 15 minutos en el comedor para el desayuno, al terminar les diremos cuales son las actividades de hoy. ¿Esta bien? Avísale a tu compañero para que se apresuren.

-Okis, Hermano... Ahí lo vemos.

Colgó dejándome no solo con una responsabilidad sino con sueño multiplicado y una cruda terrible. Hago un esfuerzo casi sobre humano para sentarme sobre el colchón y me levante para caer encima de la otra cama.

-¡Ay!

-Levántate, wey.

-¿Pero para qué te me echas encima?

-Es más fácil. -me quedé recostado hasta que Alex escapaba de mi acurrucada posición.

Ambos nos apresuramos a bañarnos y vestirnos lo más rápido posible, obvio no al mismo tiempo, y bajamos al lobby para reunirnos con un centenar y medio de gente con lentes de sol, gorras y caminando como zombis hasta chocar con la pared. La generación entera estaba igual que yo, ya sea por la fiesta del 418 o en otra habitación. La mayoría entrando al desayuno moviéndose lentísimo como si los estuvieran reproduciendo a la mitad de su velocidad. Por ese instante, me sentí mejor por no ser el único con resaca.

Dany Hdz. y la Muerte del 5° SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora