Lucho, un perro me habla

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Francamente, he sobrevivido a más monstruos y dioses locos en una semana que a todos los exámenes en 10 años de escuela. Comenté esa misma frase a mis amigos y ellos estaban muy de acuerdo de descansar, aunque tuve que aclarar que era otra clase de descanso diferente a la que acabamos de terminar.

Una siesta. Un par horas en las que realmente durmiéramos sin prisas.

Mica y Cuau dormían recargados sobre algún árbol mientras que yo tomaba el primer turno de vigilancia. No sabía de qué iba a alertarlos precisamente, si apareciera otro espectro u dios loco en plena luz del día me sorprendería de no decir "¡Chicos, no se despierten! Una bestia mortal busca devorarnos de nuevo, pero no se despierten, me encargaré de él rostizándola con el fuego de los dioses. Dulces sueños."

Claro que el Jardín Botánico Culiacán no lucía muy terrorífico a estas horas de la madrugada. Se parecía bastante a la primera parte de mi visión apocalíptica, donde el cielo aún se notaba oscuro mientras que todo a mí alrededor tomaba color y los animales yacían en sus hogares tranquilos pues no tenían que preocuparse de nada más que en buscar algo para comer este día.

La brisa matutina soplaba suavemente entre los árboles. Ahora no tenía escamas, pero igual fue una sensación satisfactoria que disfruté hasta en lo más profundo de mi ser.

El mundo podía estar en peligro de desaparecer, pero estoy dispuesto a sentirme en calma mientras pueda. Pocas veces en mi vida lograba no pensar en algo que me preocupara, así que ignoro mi labor para cerrar los ojos y respirar el aire fresco con tranquilidad.

Llegó a mi mente la imagen del amanecer tan bello que terminó en desastre. Tantas aves, reptiles y mamíferos huyendo del terremoto, atemorizados y sin lugar a donde ir. Me sentí como uno de ellos, eran mi alimento, pero también mis compañeros de vida. Sentí su miedo como propio, si algo compartíamos era la idea de aferrarnos a vivir. Eso fue suficiente para arriesgar mi vida por ellos. Merecían vivir tanto como yo.

-Si los dioses... -dije entre desvaríos- Si los dioses crearon al mundo para que los humanos disfrutaran de él, el destruirlo no solo nos dejarían sin donde vivir a nosotros. También a las otras criaturas que habitan en ella.

Abrí mis ojos y miré a mí alrededor, ya había ardillas dormidas sobre las ramas y palomas reposando dentro de sus nidos.

- Tan solo en este bosque hay plantas y animales vivos que no tienen por qué pagar por nuestros errores.

Mi empatía se convirtió en lastima y cariño por la naturaleza de la que me sentía parte en este momento. Tenía una cosa más que agregar a mi lista de razones para cumplir mi misión: No solo salves a la humanidad, salva al planeta.

A primera instancia parecía una idea bastante hippie. Pero si habría de impedir que el mundo fuera devorado por el hambre de los dioses, debía que tener un propósito que me importara lo suficiente para dar mi vida como la serpiente que soñé.

Perdí en cuenta que debía de poner atención si algo se acercaba y justo ahora me doy cuenta de que un arbusto hacia muchísimo ruido por tanto que se movía.

Hasta entonces había estado con la espalda contra una roca, pero me levanté al instante y agarro el mango del mi machete, listo para desenvainar y partir a la mitad a lo que saliera de entre ellos. Dos puntos blancos brillaban de entre las hojas del matorral, lo suficientemente cercanos uno de otro como para ser los ojos de lo que se escondiera allí.

Escucho un gruñido, señal de que es algo con colmillos, garras y una advertencia de "Ruar, tengo hambre y te comeré, tengas sabor a pollo o no". Y en efecto, salió una pata escuálida con uñas largas y afiladas desde las sombras de la planta.

Dany Hdz. y la Muerte del 5° SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora