No soy perro pero... wow

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-Auh... auh... ¡AUH!

-¿Qué no te puedes callar?

-A lo mejor si no me jalas del cabello.

La conmoción de un asesinato en plena vía pública no pasa desapercibido, pero eso no nos impidió al cajero ni a mí salir de la escena lo más rápido que pudiéramos.

Mientras que me dirigía de regreso al museo para verificar que Morales siguiera convida o no, fui obligado a seguir al sujeto que mato al ¿nahual? en dirección a la antigua catedral. No me soltaba y en cada esfuerzo por soltarme volvía a jalar con más fuerza. Y sé muy bien que digo esto a menudo, pero empiezo a odiar a este tipo.

-¿Qué no viste lo que pasó en las ruinas? Mi maestro fue arrojado por esa cosa y posiblemente esté muerto.

-Lamento mucho que esto este pasando, pero necesitamos llegar a un lugar donde no te arresten por dañar propiedad pública, asalto a mano armada y asesinato.

-¡Pero si fuiste tú quien lo mato!

-¿Quién le cortó la pierna a un ser humano, eh? Los mortales no vieron a un hombre mitad jaguar sediento de sangre sino a un vagabundo caer en manos de unos psicópatas que lo desmembraron.

-¿Por qué le llamas mortales? ¿Eres un brujo o algo así como Viento de...?

-Él es un dios, güerito. Ya deberías haberte dado cuenta de la diferencia entre un ser común y corriente y alguien como Yoali Ehécatl.

-Sabía que lo conoces. Ahora suéltame y deja de llamarme güero. ¡Auh!

El templo había quedado semi-vacío por la alerta de las autoridades del lugar, como lugar turístico habían de mantener protegidas a las personas que se encontraran dentro y, entre ellas, a un uniformado del museo con las greñas de un joven en la mano. Ninguno de los presentes nos prestaba mucha atención y terminamos yendo con uno de los guardias de seguridad.

-Cuali youali*, señor guardia. He de pasar por esta puerta para ir a una reunión muy urgente con el Gran Orador, solamente si me permite traer conmigo a un sujeto sospechoso de traición.

-Traición mi polainas, ya suelta... ¡auh, auh, auh!

El hombre de camiseta verde y chaleco negro se nos quedaba viendo como si le hablaran en chino.

-Lo siento, pero no entiendo de qué están hablando. Favor de mantenerse cerca del grupo que la policía ya casi llega para escoltarlos de aquí.

El cajero apretó su mano libre con fuerza y lo levanto dejando ver una pulsera de piedras rojas, negras y verdes como su pase de acceso VIP. Cuando el guardia le echó un vistazo parecía que se le habría salido el corazón y empezó a balbucear.

-Oh, mi Señor. No tenía idea de que era... perdone mi atrevimiento e insensatas palabras. Pasé usted con el chichimeca*.

-¿Chichi-qué?

No me dio tiempo de hablar cuando nos dirigió hacia el estrado elevado donde solían darse los sermones del cura hace 200 años, empujó la pared revelando una puerta secreta y me jaló dentro de ella. Allí había un túnel con escaleras descendiendo en espiral, cientos de miles de escalones se veían en una interminable oscuridad sin más iluminación que unas antorchas prendidas en llamas. Bajamos por ella y en ningún momento me soltó de la cabeza y yo ya me había rendido a lo que fuese que estuviera pasando. Este idiota sabía la relación entre en mochilero, mi visiones y el vagabundo, no me dejé de preocupar si estaba secuestrándome ni por la posibilidad de tener un semi-padrastro muerto y un futuro tras las rejas, pero necesitaba sentarme y averiguar con cuidado mi situación.

Dany Hdz. y la Muerte del 5° SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora