Si de por sí era incómodo viajar colgado de las muñecas, la incertidumbre de no saber a dónde íbamos aumentaba mi ansiedad.
Los esqueletos mutantes nos cargaron a los tres por donde Mictlantehuali les dijera ella mientras volaba sobre nuestras cabezas. No podía verla por la niebla, pero podía escuchar su voz regañándonos por cortar una rama de su "jardín".
-Y van a ver cuando lleguemos con mi esposo. Pagaran por haber arruinado uno de nuestros árboles. ¿Saben lo difícil es que algo crezca por acá? Oh, ya se las verán.
Mica colgaba igual que yo a mi izquierda, mientras que Cuau todavía seguía de cabeza a mi derecha. Todos sujetados de todas las extremidades por los sirvientes esqueletos. Un cuarto siamés cargaba nuestras armas dentro de sus costillas, incluido mi machete. Por lo que nuestras posibilidades de escape se limitaban a morir en ese momento o que el Chapulín Colorado llegara a rescatarnos.
-Te dijimos que era un mal augurio -decía Mica desde que nos capturaron-. ¿Eso te importó? Noooo. Tenías que ser eco-friendly justo en este momento.
-Creo que maltratar a los animales nos había metido en suficientes problemas- respondí, feliz de que ella no pudiera golpearme por decirle eso.
-Chicos, no deberían discutir mejor una manera de... sacarnos de aquí- mi amigo parecía tener nauseas por primera vez desde que lo conocí, ¿todavía tiene algo en su estómago para vomitar?
Mientras seguíamos discutiendo, los esqueletos se detuvieron. Fije mi mirada al frente, esperando ver algún nido de búhos bebes mutantes dispuestos a hacer el trabajo que los jaguares de las montañas no. Lo que encontré fue mucho más desconcertante.
Una pila de huesos y plumas de varios colores distribuidos alrededor de un trono de piedra gris pegada al suelo. Es como si hubieran tallado una roca para formar la silla y tenido una kermés donde vendían pollitos multicolor.
No entendía lo que sucedía hasta que Señora Búho aterrizó enseguida del trono. Caminó por detrás de este y salió convertida en un personaje típico del Día de los Muertos.
Usaba un vestido negro con bermudas rojas, una faja tan apretada que seguro tocaba directamente sus costillas, un sombrero con un velo negro y el rostro pintado como un esqueleto.
- Una catrina. ¿En serio? Te quedaba mejor el disfraz de ave carroñera.
-El búho no se alimenta de animales muertos, joven embajador -dijo la Señora del Inframundo-, es un cazador atento a la presa más próxima. Tal como yo he hecho desde que llegaron sin permiso a nuestro mundo.
Ella posó su mano sobre uno de los descansabrazos del trono de roca y tamborileó con la punta de sus dedos de guante blanco.
-Cariño, es hora de despertar.
- ¿No puedes darme cinco minutos más? - no sé de dónde salió aquella voz tan profunda y apagada, como si viniera de un fumador con cáncer en la garganta.
-Ya dormiste demasiado, holgazán. Si no haces algo de actividad, quedarás en los huesos.
-Ay, está bien, está bien... ¿Por qué no me casé con Xibalbá? Ella sí me dejaría descansar tranquilo.
El suelo empezó a temblar. Más bien, los huesos en suelo lo hacían.
Se movieron hacia entrono y saltaron encima de él. Uno por uno, fueron organizándose, las articulaciones acomodaron los huesos en su lugar y en cuestión de segundos teníamos a un esqueleto humano sentado frente a nosotros. Una especie de masa gris empezó a cubrir todo su cuerpo hasta formar una capa de piel descompuesta y exhaló mientras un destello verde se asomaba de donde deberían estar los ojos. Las pumas se levantaron de un soplo frío y escalofriante para formar una corona sobre su cabeza como cereza del pastel.
ESTÁS LEYENDO
Dany Hdz. y la Muerte del 5° Sol
Teen FictionDany está a solo un semestre de terminar la Preparatoria y sería un enorme éxito que logrará enorgullecer a su madre, mujer que lo crió sola, terminarla sin tantos problemas como suele tener él... PERO UNA HISTORIA ASÍ SERIA MUY ABURRIDA. Cuand...