¿Alguna vez los han bautizado con gasolina? ¿No? ¿Soy el único?

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Imagínenselo: están desnudos dentro un cuarto de piedra, su última comida fue hace 24 hrs, sienten el frío de pleno otoño y su única fuente de calor son las partes íntimas de una figura de arcilla. Lo sé, no es el escenario más agradable del mundo. Pero así me encontraba yo.

Después de ser bañado, por cortesía de la realeza, fui arrastrado contra mi voluntad hacia este lugar. No tengo idea de donde me encuentro con exactitud pero si sé cuanto tiempo estaré aquí. Según el reverendo (pelmazo) Mujer Serpiente, me quedaré en ese cuarto los próximos días, frente a esta hoguera, para probar que puedo sobrevivir a la horrible, horrible vida que los dioses me tienen preparada. Un argumento con el que hubiera estado dispuesto a participar si me hubieran dejado aunque sea los calzones.

Recuerdo que el fuego era, para las viejas civilizaciones, señal de poder divino. El calendario religioso de los mexicas constaba de 52 años y, para dar reinicio al ciclo, apagaban y encendían las chimeneas de todas las casas. Era como si el mundo hubiera vuelto a nacer. Lo mismo para los recién nacidos, que luchaban para sobrevivir ante el frío tal y como yo lo hago.

Me encontraba aburrido, golpee la puerta por donde entré con todas mis fuerzas sin resultado alguno. Mis nudillos empezaron a sangrar y mi garganta ya dolía de tanto gritar. Terminé desplomándose sobre el suelo y gatee hacia la hoguera. Aquel artefacto era un Chac-mol, una figura de un hombre acostado, como si estuviera ejercitando sus abdominales, con un platillo de piedra sobre su regazo, encendida con algunos leños. Estiré las manos sobre él y alcance a recuperar algo de calor. Me quedé viendo cómo ardía y me permití llorar por un momento. Nadie que me importara estaba allí para verme.

Solté una lágrima por la frustración de no hacer nada para salvar al profe, otra por haber intervenido tantas veces en su relación con mamá, otra más por no ser el hijo que ella hubiera querido. Les fallé. Uno quizá muerto y el otro con la pena de no ver sus dos personas favoritas en el mundo. Fui yo quien les causó ese dolor. El idiota aquí soy yo.

Ha de ser de familia.

Cuando me encuentro deprimido por algo, sueño con la imagen de mis padres reconciliándose para alegrarme. Siempre funciona. Ese sueño me ha sacado de muchos traumas y problemas en los que pude haberme metido. Pero primero, llega a mi mente cuándo fue la última vez que vi a mi padre El día que se fue.

Recuerdo que teníamos problemas de dinero por pagar mi escuela. Tampoco nos habíamos bañado en días porque nos habían cortado el agua. El clima estuvo a 40° C y faltaba poco para nadar en nuestro propio sudor. Ellos pasaban las noches discutiendo acerca de cómo sostenernos económicamente. Aquella vez, se hallaban en pijamas en la misma casa en la que seguimos viviendo.

-Edgar, te lo pido. -decía mi madre, sentada y recargando su cabeza un codo encima del comedor- Puedo volver a trabajar de secretaria en alguna oficina, se razonable. Necesitamos ese dinero.

-Ni lo pienses mujer. –me acuerdo que su voz era gruesa y algo rasposa, todavía más cuando debía cerveza como esa noche- Soy el hombre de la casa y se supone que debo ser yo quien la sostenga. Buscaré chamba en algún taller por ahí... Cobraré el dinero que me debe el Manolo.

-¿Qué no te acuerdas? Ese ya se lo cobraste para pagar la renta.

-¿¡Y qué esperabas que hiciera!? ¿Eh? Era eso o vivir en la calle, ¿eso quieres?

-No te pongas así, cariño. Estoy segura de que hiciste lo más oportuno, pero debemos de contemplar otras opciones.

Mi padre dio un trago muy largo a su bebida y la a puso sobre la mesa, se le quedó viendo y dijo con voz más calmada.

Dany Hdz. y la Muerte del 5° SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora