¿Por qué todo mundo quiere comerme?

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¡Wush!

Ese era la alarma del despertador.

Abrí mis ojos y lo primero que veo es una flecha clavada en el suelo muy cerca de mi cabeza. Me senté rápidamente y me di cuenta de que había una docena más alrededor de nosotros.

-Chicos, se acabó la siesta.

-Cinco minutos más, hombre.

-Concuerdo con Mica, solo... -Cuau bostezó- Aquí déjanos.

-Si los dejó aquí los hacen brocheta, ¡levántense!

Cuau no parecía a querer cooperar, eso hasta que una flecha le cayó en el pie derecho y comenzó a gritar como loco mientras lo sujetaba. La doncella tomó eso como una advertencia y le ayudó a quitársela.

Yo recogí las armas y lo levantamos entre nosotros, pero ¿a dónde ir cuando están lloviendo objetos puntiagudos desde el cielo?

- Había oído de lluvias de hamburguesas, ¿pero esto? -dije.

- Es el Temiminaloyan, el Mictlán seguirá disparando hasta que todos nuestros huesos estén perforados por flechas de obsidiana- respondió mi amigo, cojeando para adelante.

- ¿Quién fr*gados diseño este lugar?

-Menos preguntas y más correr por nuestras vidas- comentó Mica, muy acertadamente.

A donde viera caían flechas y terminaban clavándose en el suelo. Me recordó vagamente a los campos de trigo que hay afuera de mi ciudad natal. Espigas doradas y secas que miden de medio metro a dos, apuntando al cielo con las semillas brillando en la cima. Pero esto era al revés. Las puntas brillaban apuntándonos a nosotros.

Cuando veía un pequeño destello, me agachaba por instinto. No siempre funcionó. Tuve varios rasguños en mis brazos y piernas descubiertas. ¿Por qué diseñaron mi uniforme como el traje de Robin de los años 60's si su función es "cubrirme"?

Sentí que me jalaron hacia la izquierda y casi le clavo a Cuau su propia hacha.

- ¿A dónde vamos?

- ¡Cierra la boca y mira al frente! -gritó Mica al sostener el peso de ambos.

Lo hice (no porque ella me lo dijera, que les conste).

Un bulto café más oscuro que el del suelo lleno de arena de desierto, parecía una montaña como las que acabamos de cruzar. La diferencia de altura era casi abismal. Una cordillera se formaba a partir de la primera roca gigante y parecía un lugar seguro para protegerse de la lluvia.

Volví a cargar a mi amigo con firmeza y me dirigí junto con Mica hacia aquellas montañas. No parecían estar muy lejos, pero el tiempo pasa rápido cuando tu vida corre peligro.

Casi nos estrellamos contra la pared queriendo huir de las flechas. Lo cual hubiera sido ridículo si no nos fijábamos que dejaron de caer a pocos metros de las montañas. Así que dejamos de correr a tiempo para evitar un accidente.

Pareciera que tuviéramos un tipo de paraguas mágico que no dejara pasar la lluvia de flechas. ¿Será que terminamos de cruzar este nivel? Eso fue fácil.

Con algunos rasguños y perforaciones no deseadas, pero fácil.

Mica soltó a Cuau sobre mí y yo lo senté cerca del muro de roca que empezaba la Sierra Madre Infernal. Me acomodé cerca de él, respirando grandes bocanadas de aire y sintiendo mi corazón como un hamster a punto de tener un infarto en su rueda giratoria.

Dany Hdz. y la Muerte del 5° SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora