El tiempo se había pasado tan rápido, parece ayer cuando vi por primera vez a mis niños, pero hace exactamente un mes de aquel día. Las cosas siguen igual, Guillermo esta con el, a pesar de lo que le dije, decidió quedarse con el, pero no siempre están juntos.
A decir verdad, creí que las cosas serían mucho más difíciles, pensé que, como Guillermo había decidido seguir a su lado, no me permitiría ver a los niños, aún sabiendo que soy el padre, pero las cosas no fueron así. A la semana de la salida de Guillermo del hospital, recibí una llamada suya, pidiéndome que fuese a verlo y poder hablar tranquilos.
Le expliqué todo y fue ahí donde me contó su pequeño secreto. Guillermo ya sabía que los niños no eran hijos de Frank. ¿El por qué lo ocultó? Fácil, Frank se ganó su cariño y respeto, y yo no lo niego, fue mejor pareja que yo, lo acepto, y si mantuvo el secreto, fue por no herirlo.
Llegamos al acuerdo de que me dejaría pasar tiempo con ellos si yo también mantenía el secreto. Acepté.
Al día de hoy, los veo por las tardes, pero, no es suficiente. Me pregunto, ¿por cuánto tiempo podré guardar este secreto?
...
Las horas se me hacían lentas, pareciera que el reloj no avanzaba, pero entre más ansioso estaba, peor era... Vamos... —miraba cada dos por tres el reloj, suplicando que ya fuera la hora, me moría por verlo, por pasar tiempo con ellos—, joder que avanzas lento.
Después de esperar, por fin la hora había llegado, tomé mis llaves y salí de casa, subí a mi coche y comencé a conducir hacia casa de Guillermo, había comprado esta mañana unos pequeños peluches para los niños y algunos dulces de los que tanto le gustan a Guille. Durante el camino me fui pensando en una manera de sacar a Frank de nuestras vidas. Habíamos hablado de esto en varias ocasiones y siempre llegábamos a la misma conclusión, Guillermo se negaba, me repetía una y otra vez que no lo dejaría, que no lo lastimaría y que si me atrevía a decir algo, se iría lejos de mi, obviamente que eso no lo puedo permitir, así que no me quedaba de otra que aceptar.
Si nos detenemos a pensar, hay muchas maneras por las cuales Frank puede enterarse de todo sin que yo diga una palabra, la cosa está en planear algo bien, en poner las pruebas y evidencias necesarias, a su alcance y de una manera que parezcan coincidencias.
La verdad siempre sale a flote, tarde que temprano pero una mentira no puede durar toda la vida. Guille no podrá mantener su secreto siempre, son mis hijos y tengo el derecho de pasar tiempo con ellos sin tener que esconderme.
Sin darme cuenta, una enorme sonrisa se había formado en mi rostro, de solo imaginarme mi vida con ellos, mis niños corriendo por ahí y, Guillermo y yo mirándolos jugar, sentados en el césped, abrazados. Había soñado con ese día desde que los miré por primera vez.
[Narra Guillermo]
Nos vemos en la noche cariño —Frank depositó un beso en mis labios y después uno en la frente a los bebés—, Cuida bien de los pequeños y descansa un rato que hoy no paraste —me regaló una sonrisa y una leve caricia en mi mejilla— lo haré amor.
Después de irse, quise aprovechar el tiempo que quedaba, antes de que Samuel llegase, para recoger un poco. Los niños dormían en la habitación que había acondicionado Frank, así que no debía preocuparme por ese lado, de que llorasen o despertasen.
Cada día que pasaba me sentía mas nervioso, mal, culpable, Frank es un gran chico, me lo ha demostrado, es una persona muy linda, conmigo, con mis hijos, y me siento mal de hacerle esto, de ocultarle las cosas, de dejar que el tiempo pase y el amor crezca cada vez mas. Que debería hacer? Decirle? Callarme y seguir como hasta ahora?
Las mentiras, tarde o temprano salen a la luz, y se que cuando se entere me va a odiar y eso no lo soportaría, por que le amo, si le amo y lo quiero en mi vida. Pero también esta Samuel, que a pesar de todas las cosas que han pasado, lo que siento por el no ha desaparecido, es el padre de mis hijos y la persona que entró en mi corazón por primera vez, no de la mejor manera, pero lo hizo.
Aun me pongo a pensar en aquellos días y me sigo preguntando, como es que me enamoré de el y sigo sin obtener una respuesta; tal vez es por que en el fondo sabia que comenzaba a sentir algo por mi o es solo que mi corazón es tonto e hizo una mala elección.
Había terminado de limpiar y estaba por sentarme, cuando escuché que llamaban a la puerta, sin mas, caminé hacia esta y abrí —Hola cariño —Samuel estaba parado justo del otro lado con una enorme sonrisa— hola Samu, pasa —me hice a un lado para dejarlo entrar, se acercó a mi y depositó un corto beso en mis labios —¿y los niños? —me preguntó mientras dejaba unos peluches y unos dulces en el sofá.
¿No crees que Frank sospechará si sigues trayendo regalitos? —a veces sentía que hacia las cosas a posta, aun lo negara, ese era mi pensar— que dices Guille, para nada, ademas —dijo cruzándose de brazos— para eso está tu amiga Jose, dile que ella se los compró a los niños y ya está.
Guille cielo olvidé las llaves —escuché la voz de Frank mientras se abría la puerta, Samuel y yo solo nos volteamos a ver.
Perdón por estar tan ausente chicos, no he tenido mucha inspiración últimamente, si os fijáis he pausado algunas de mis historias por la misma razón, no quería hacer lo mismo con esta por que se que os encanta y pues aquí estamos de vuelta. También quiero avisaros que comenzaré una nueva historia llamada "Miradas de papel" os dejo un pequeño Spoiler mis amores.
Mamá dice que no debo pelear —fue la respuesta del pequeño, lo que hizo detenerse a Samuel, soltando su mano y volteándose a verle— pero si te pegan defiéndete, no te pongas a llorar como niñita— Guillermo simplemente lo miró y no pudo evitar el comenzar a llorar de nuevo, como si Samuel le hubiese dado un buen golpe— Es que me dolió —el llanto se hizo un poco más intenso y el pequeño Guille llevo las manos hacia sus ojos para cubrirlos.
Venga ya, deja de llorar —Samuel se acercó a él dándole un abrazo y acariciando levemente su cabeza, alborotando un poco su cabello— No te pongas así, además no te digo que pelees, simplemente hazles frente y veras como te dejan en paz —hablaba mientras le daba pequeñas caricias en la espalda —Solo debes ser un poco más valiente.
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