Capítulo 17: El rescate

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Andamos un poco y divisamos el primer cráter causado por una de las bombas. Es enorme, tanto en tamaño como profundidad. Rodeamos un par de cráteres más y nos dirigimos a otro. Lo que veo en su interior hace que me altere y la sangre se vaya de mi rostro. Cientos de rosas blancas y rojas están esparcidas por toda la superficie del cráter.

No me digas cómo, pero logro percibir el fuerte olor de las rosas. Eso me hace acordarme del olor a rosas que invadió mi casa el día que Snow me visitó antes de partir a la Gira de la Victoria. Me acuerdo también de la rosa que había en el despacho de mi casa cuando fui hace unas semanas. Recreo el día en que nos coronaron como vencedores, son las mismas rosas que decoraban el espacio.

Cressida empieza a dar órdenes para grabar ahí, pero la empiezo a escuchar lejana. No me estoy sintiendo bien. A pesar de la brisa fresca que corre, gotas de sudor frio empiezan a descender por mi frente. Me siento mareada, sofocada y enferma.

—¿(TN)? ¿Hija? ¿Qué ocurre? —Me pregunta mi padre acercándose preocupado y sosteniéndome del brazo.

— Estoy bien. —Le digo ignorando mi malestar e intentando quitar hierro al asunto. —Cressida, ¿qué es lo que tengo que hacer exactamente?

—Hacerle saber a todo Panem que estás viva. Si lo prefieres, podemos empezar con el juego de las preguntas y respuestas. —Me sugiere.

—Claro, sí. —Digo un poco ida.

A pesar del esfuerzo que estoy haciendo para mantener la compostura, no estoy muy segura de que pueda resistir mucho. Noto como mis manos están empezando a temblar. Las hago un puño y las escondo tras mi espalda. Siento mis piernas débiles.

Cressida empieza a grabar e inicia con las preguntas.

—Bueno (TN), has sobrevivido al bombardeo aquí en el Distrito 13, ¿cómo ha sido la experiencia comparado con el Distrito 8?

—Bueno, esta vez estábamos a mucha profundidad y no existía peligro. El 13 está sano y salvo, igual...igual...

La mirada de dolor y terror de Peeta mientras nos advertía del ataque viene a mi mente. No puedo continuar. Mis ojos se cristalizan y lágrimas descienden por mi rostro. Me rompo.

—No puedo, no puedo hacerlo sabiendo que todo lo que haga y diga perjudicará a Peeta.

—¡Corten! —Escucho que grita Cressida en algún lado a mi alrededor.

Mi padre viene rápidamente y me abraza, yo lloro en su hombro abrazada fuertemente a él.

—¡Lo siento! ¡Lo siento, no puedo seguir con esto, lo siento! —Me disculpo en medio del llanto. —No puedo hacerlo. Papá, ¿lo vistes? ¿Viste lo raro que estaba? ¿Vistes el dolor que había en sus ojos? ¿El terror en su mirada? ¿Qué le están haciendo? ¡Papá todo es mi culpa! ¡Le están haciendo todo eso por mi culpa! ¡Debería estar yo en su lugar!

En este momento, ya he entrado en estado de histeria. Estoy de pie, llorando y gritando histérica y al segundo siguiente estoy en el suelo donde pierdo el conocimiento.



Me despierto en el hospital con mi padre sentado a mi lado. Sus ojos están inyectados en sangre y tiene mal aspecto.

—Papá, ¿qué me ha pasado? —Digo con voz rasposa.

—Cariño, ayer tuviste un ataque de ansiedad y te desmayaste. —Me explica él mientras me acaricia con dulzura el pelo. Los recuerdos acuden a mi mente y empiezo a temblar.

—Tranquila princesa, vamos a intentar sacar a Peeta.

—¿Qué? —Me giro y le miro sorprendida.

—Hace unas horas ha salido un aerodeslizador con un equipo de rescate hacia el Capitolio. Plutarch los ha enviado y cree que podremos sacar a Peeta con vida.

Sinsajo (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora