Capítulo 13: Advertencia

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Cuando me despierto, ya no estoy en el aerodeslizador, sino que estoy tumbada en mi habitación del 13. Rememoro todo lo ocurrido en el 8 y se me pone mal cuerpo al hacerlo. De nuevo me paro a pensar en lo que deben de haber sentido Katniss y Gale ayer, ambos vivieron el bombardeo del 12 y estoy segura de que lo que pasmos en el 8 no les trajo muy buenos recuerdos.

No sé cuánto tiempo he dormido, pero por lo cansada que me siento, parece que no haya dormido nada. No hay rastro de ninguna de mis tres compañeras de habitación, ninguna de las Everdeen está aquí.

Cuando estoy por incorporarme, la puerta se abre y entra Jack con una bandeja de comida en las manos.

—Hola, te traigo el desayuno. ¿Cómo te encuentras? —Me dice con una sonrisa. Todavía me cuesta verlo y creer que en realidad no está muerto.

—¿Desayuno? —Digo confundida. — ¿Qué hora es?

—Son las diez y cuarto de la mañana. Te ibas a quedar sin desayuno. Has dormido del tirón desde que te quedaste dormida en el aerodeslizador.

—Ah...

—¿Cómo te encuentras?

—Bien, mejor. Con hambre la verdad. —Admito en cuanto me suena la barriga.

—Perfecto, pues aquí tienes tu desayuno exclusivamente para ti y tu bebé. —Me dice con tono chistoso dejando la bandeja encima de la cama.

—¿Te han dejado sacar la bandeja del comedor? —Pregunto extrañada sabiendo las normas estrictas que tienen en el 13 sobre no sacar comida fuera del comedor.

—Lo he hecho de estrangis. —Me dice guiñándome un ojo. —Por cierto, en quince minutos tenemos una reunión en la sala de mandos.

En cuanto termino de desayunar, me doy un baño rápido y me visto con la aburrida ropa del 13, y nos marchamos hacia la sala de mandos. Cuando entramos, los únicos presentes son Gale, Katniss, y el equipo de grabación. Messalla me mira con una amplia sonrisa en cuanto entro.

—¡Mirad, es nuestra pequeña estrella! —Dice él con entusiasmo.

El resto me saluda y yo les saludo de vuelta un tanto cohibida por las palabras de Messalla.

A medida que la sala se va llenando, me preparo para una acogida menos agradable. Sin embargo, el único que demuestra abiertamente su descontento es mi padre, quien lo expresa en cuanto entra por la puerta y me ve.

Cuando ya estamos todos, Coin manda a callar. Todos la escuchamos expectantes a sus palabras.

—Nuestro asalto a las ondas oficialmente ya ha comenzado. —Informa con orgullo. —Para todos aquellos que os perdisteis la retransmisión durante estas primeras veinticuatro horas de nuestra primera Propo y las dieciséis repeticiones que Beetee ha conseguido poner en antena desde entonces, empezaremos viéndola.

Las luces de la habitación se apagan y la gente se mantiene callada. Al principio la pantalla está en blanco, pero entonces de un momento a otro aparece una llama danzante en el centro. La llama se aviva y se expande cubriendo finalmente toda la pantalla. Parece tan real que llega un momento que por instinto quiero echarme hacia atrás con la silla.

Tras las llamas aparece el símbolo dorado del Sinsajo que Katniss poseía y que ahora me ha cedido a mí y seguidamente sale Claudius Templesmith, el presentador de los Juegos del Hambre.

—(TN) Smith, la reina del hielo, ¿sigue congelando a su paso o está empezando a arder? —Reconozco ese comentario de una de las entrevistas que hizo durante mis segundos juegos, antes de entrar en la arena.

De un momento a otro, la imagen cambia y ahora aparezco yo de pie, enfrente de las llamas que devoran el hospital del Distrito 8 diciendo que tengo un mensaje para los rebeldes. Tras eso ponen una imagen del hospital derrumbándose mostrando la desesperación de las personas allí presentes por intentar salvar a la gente de dentro. Aparto la mirada y no vuelvo a centrar mi atención en la pantalla hasta que me escucho hablar de nuevo. Ahora salgo diciendo que el Capitolio no nos tratará con justicia y que lo único que hace es destruir a los que considera una amenaza, animo a los rebeldes a responder mientras señalo hacia el hospital envuelta en la furia del momento.

Sinsajo (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora