Sinsajo (Peeta Mellark y Tu )

Capítulo 34: Más pérdidas

Pollux toca mi hombro para llamar mi atención y nos señala las escaleras indicando que tenemos que subir. Peeta me empuja en seguida hacia allí para que suba. Mi cuerpo reacciona solo ante su petición. Soy la primera en llegar arriba, abro la trampilla y entro a una sala oscura. Peeta es el siguiente que llega arriba, seguido de Pollux, Katniss, Gale, Cressida, Jack y Finnick.

Al ver los que están aquí arriba, me percato de que aún quedan Castor y Homes por subir. Me asomo por la trampilla y los veo a los dos peleando con los lagartos. Castor intenta subir, pero los mutos le cogen de las piernas evitándolo. En cuanto a Homes, uno de los mutos le arranca un brazo de una mordida. La imagen me provoca ganas de vomitar. Viendo la situación, decido que tengo que usar el Holo.

—Jaula, jaula, jaula. —Pronuncio al Holo tal y como Boggs me dijo que hiciese en caso de necesitarlo.

Lo dejo caer por el agujero de la trampilla y a los pocos segundo, los suficientes para pegarme a la pared y abrazarme a Peeta por protección como acto instintivo, explota, haciendo llegar aquí arriba una oleada de carne de lagarto, de humano y agua putrefacta. Me levanto y a trompicones camino hacia el rincón más alejado de todos, vomitando lo poco que me quedaba en el cuerpo. Peeta me sigue y me abraza cuando termino de expulsar todo el contenido de mi estómago.

—No puedo. —Digo escondiéndome en su pecho y llorando desconsoladamente. —No puedo más con esto. Me creía más fuerte, pero en realidad soy débil. No puedo más, no puedo.

—No, no, tú puedes. Hey, (TN) mírame, mírame por favor. —Me separa de su cuerpo y me acuna la cara con sus manos aun esposadas. —Escúchame, tú eres fuerte, me lo has demostrado todo este tiempo, conmigo, con el equipo, con la bebé. No puedes rendirte ahora, nosotros no te dejaremos hacerlo. Así que ahora nos vamos a levantar y vamos a continuar para acabar tu misión y no desaprovechar las vidas de los caídos. —Me acerca a él y me besa la mejilla. —Venga vamos.

Me alivia y a la vez me choca que en estos momentos esté cuerdo, incluso más cuerdo que yo. Debería estar arrinconado, desesperado y loco como ha ocurrido en otras ocasiones, pero no, está aquí, cuerdo, muy cuerdo, siendo o intentando ser el Peeta de antes y apoyándome, dándome ánimos.

Ninguno dice nada, me dan mi espacio, y cuando me creo lista, nos levantamos. Pollux nos guía hasta llegar a un callejón sin salida. Señala hacia arriba y veo unas escaleras que se dirigen hacia una tapa de alcantarilla. Estamos a un solo paso de la superficie.

Me siento muy culpable con Pollux, su hermano a muerto y gran parte de la culpa es mía, pero él está haciéndose el fuerte y siguiendo a delante por nosotros.

Cuando salgo a la superficie, me golpea una ola de brisa fría y por un momento el sol me ciega la vista transportándome unos instantes a la sensación de salir por primera vez a la arena desde las catacumbas. Cuando mi vista se hace a la luz exterior, veo a gente viviendo sus vidas normales, como si no estuviera habiendo una guerra civil. Nos escondemos por un callejón vacío intentando pasar desapercibidos.

—¿Cuánto tiempo creéis que tardarán en darse cuenta que hay algunos que hemos sobrevivido? —Rompe el silencio Katniss.

—Los mantendrá distraídos un tiempo. —Le responde Jack.

—Si, con la explosión estarán entretenidos por un buen rato y eso nos da ventaja a nosotros. —Añade Finnick.

—Cressida, ¿sabes de algún sitio donde podamos ir? —Le digo con cansancio teniendo la esperanza de que podamos encontrar un lugar seguro en el que lamernos las heridas por un tiempo.

Se queda pensando unos minutos hasta que reacciona y me contesta.

—Si, se me ocurre uno, seguidme.