Niall e Ise yacen recargados en mi casillero; las mejillas de ambos están teñidas de un leve y adorable tono rojizo-rosáceo. Sus carcajadas se escuchan a escasos metros de distancia, desde el punto en que Harry y yo, pudimos vislumbrarlos segundos atrás.
-¿Se puede saber qué es tan gracioso? –inquiero posicionándome a un lado del rubio.
-¡Bebé! –Responde éste con una escandalosa exclamación-. Pensamos que no vendrías hoy, como tardaste tanto en llegar… bueno… es que tú y…
-Jaja bebé, aquí estoy –interrumpo con una sonrisa. Niall en sí, es totalmente adorable. Imaginen cuando comienza a balbucear.
-Puedo percatarme de ello –contesta propinando un pequeño beso en mi mejilla -¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú? –¡bip!, mentira.
-Bien, también –asiente con otra sonrisa irlandesamente hermosa -. ¿Crees que sea apropiado interrumpir a ése par? –señala a la pareja que sonríe estúpidamente al otro.
Harry e Ise.
-No, no es apropiado –confirmo sonriente en cuanto Harry acaricia la mejilla de mi rojiza amiga.
Ambos están enfrascados en su propia burbuja. Podría ocurrir un tornado, un terremoto… la escuela podría estar cayéndose pedazo a pedazo y aún así, permanecerían idiotizados el uno con el otro.
Bien dicen que una imagen vale más que mil palabras… y la imagen que ellos proyectan tan sólo es el comienzo de lo que sus palabras pueden cambiar… Espero sea pronto, no puedo resistir la miel que derraman, sin ser algo más que “amiguitos”.
Un par de minutos después, los pasillos se encuentran casi deserticos; algunas clases ya debieron haber comenzado y las nuestras están a minutos de hacerlo. Ise, Harry, Niall y yo, continuamos en nuestro punto de encuentro cuando una cabellera obscura y levemente peinada hacia arriba; aparece de entre una multitud de chicas de baja estatura y baja decencia, también.
La sonrisa coqueta y despreocupada del moreno, se ve completamente eclipsada en el momento en que su mirada se percata de mi presencia. Como si le hubiesen arrancado el buen humor… como si hubiese visto a nuestro profesor de álgebra de segundo año… como si fuese la cosa más desagradable del mundo; su vista se aparta de mí.
Ise alarga su brazo por encima de su cabeza, tratando de llamar su atención; éste le dedica una pequeña sonrisa y un saludo plenamente cordial a distancia. Llega a su casillero –el cual, se encuentra a tan solo unos metros de dónde estamos- saca un par de libros y volviendo a Ise, tan sólo grita un: “Lo siento, hermosa. Tengo clase”.
Corriendo en dirección contraria, Zayn evita a toda costa cualquier contacto conmigo.
¿En serio?
…
La clase de estadística resulta ser… más que horrible. No hay otra forma de describir el martirio al que se puede enfrentar cualquier estudiante durante dos horas en el aula de ése terrible y amargado profesor. Ise y yo salimos de ahí, desgastadas mental y físicamente. Caminando hacia la cafetería, el entrecejo de la castaña se frunce y comienza a liberar la tensión de sus pensamientos:
-A ver si capto esto: ¿Zayn corriendo con tal de llegar temprano a una clase? –pregunta como si fuese la idea más rídicula del mundo.
Esperen.
¡Lo es!
-Es que… eso no es posible. ¿Qué probabilidad hay de que Zayn se haya vuelto un chico responsable de un día a otro? –continúa con su tono ridículamente agudo.
Nula.
Inexistente.
Ni siquiera puedo pensar en la inferencia estadística de ello.
Ugh, ¿Ahora entienden cuando les digo que estadística te puede amargar y joder la vida de un momento a otro?
La cafetería del colegio se asemeja al zoológico de la ciudad. A partir del momento en que penetramos la pulcra unidad, los sonidos y olores reinan por doquier, envolviéndonos en una acostumbrada y escandalosa atmósfera escolar. Ise tira de mí, dirigiéndonos directamente a nuestra mesa, en dónde Niall y Annie comparten un plato de papas a la francesa y nuggets bañados en salsa kétchup. El rubio y la castaña hacen ruiditos extraños, en tanto, sus dedos pelean por obtener una exagerada cantidad de salsa en sus respectivas comidas, ambos tienen los dedos manchados con el líquido rojo y espeso; y en un acto infantil –y verdaderamente adorable-, comienzan a manchar las mejillas del otro, acompañados de pequeñas y tontas risillas. Ise me mira con una ceja enarcada.
-¿Ya viste eso?
-¿Cómo no verlos? Me los podría comer en éste instante con todo y kétchup.
-Jaja ya sé, yo también –asiente jalando mi sweater, avanzando hacia la tierna y comestible pareja.
-¡Hey, _____, Ise! –saluda Annie alzando ambos brazos, tratando de hacerse visible; lo cual resulta absurdo, siendo que estamos a menos de un metro de distancia.
-Hola rojita, creo que exageraste con el rubor –bromea Ise, señalando las mejillas de la oji-verde.
-Oh, todo es culpa de éste hermoso duende –responde alegre, tomando la mano de mi rubio bebé. Él sonríe travieso, posando su dedo índice en la nariz de la castaña, esparciendo un poco más la salsa de sus mejillas, soltando una pequeña risilla.
-Mhmm –murmuro con una ceja enarcada al rojizo muchacho. Niall me sonríe tímidamente, tratando de deshacerse del exceso de kétchup en sus mejillas y en las de Annie-. Déjalo, voy por unas servilletas, o terminarás embarrando más a ésta pobre chica –acaricio su rubio cabello maternalmente, y doy media vuelta hacia la barra de alimentos y condimentos.
Las puertas de acceso se abren dando paso a una chica de mediana estatura, piel blanquecina y de un largo y obscuro cabello lacio. Su cintura es pequeña y en ésta misma, se encuentra una ancha y posesiva mano.
La chica sonríe al muchacho con la misma simpatía y complicidad con la que él la mira.
Los mieles ojos del chico me miran por una fracción de segundo, tornándose fríos y presumidos. Sus brazos se extienden, posicionando a la delgada muchacha frente a él, besando suave, y a la vez, atrevidamente el cuello de su acompañante.
Zayn enarca una ceja, al mismo tiempo en que la comisura de su labio es cubierta por los rojizos labios de la desconocida castaña.
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El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)
FanfictionEsta novela NO es mía, simplemente me encantó y decidi compartirla con ustedes. Doy los créditos al final de la novela. ♥