Capítulo 37.

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Liam.

Tercer día en Cambridge.

 

¿Acaso me había levantado más temprano de lo que debía? No… bueno, tampoco es como si hubiese dormido muy bien en estos días. La imagen de cierta castaña perturbaba de una forma extraña la mayoría de mis sueños; o el intento de conciliar alguno.

Llevé ambas manos a mi rostro, estaba exhausto. Cansado de pensar en todo,  y a la vez, en nada… Cansado de mí mismo, cansado de evitar a _______. Cansado de querer obstruir mis pensamientos por ella.

¿Por qué me es tan difícil?

Miro nuevamente la propiedad vecina. La casa de mi mejor amigo e igualmente, la casa de la chica que –literalmente- me está volviendo loco.

Es una casa tan sencilla; blanca, amplia, el mismo diseño arquitectónico de la mía. Tiene un jardín espacioso, un árbol del cual cuelga el columpio favorito de la chica de ojos color hazel y piel nívea. Sonrío casi de manera instantánea al recordar la enorme sonrisa de aquella niña de cinco años al ver uno de los tantos regalos del Señor Tomlinson, para su pequeña princesa…

Las ventanas traseras a las que tengo acceso a partir de éste ángulo, corresponden a las de las habitaciones de los hermanos Tomlinson… Mi mirada es atraída por la imagen más hermosa que puedo apreciar desde que el melancólico día de Londres comenzó...

_______ Tomlinson.

Sus ojos se encuentran fijos en los casi inexistentes rayos de sol que se filtran por las esponjosas y abultadas nubes del grisáceo y característico amanecer. Su cabello está más desordenado que de costumbre; permitiéndome apreciar a una ______ recién levantada. Mis ojos no pueden despegarse de la hermosa imagen. Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa, producto de algún pensamiento -supongo yo-, agrandando un poco más la sonrisa que logró arrancarme desde hace unos segundos; para después negar levemente, como si quisiese desprenderse de aquello que en un principio, ocupaba su mente.

Mi cerebro es incapaz de reaccionar. Se encuentra más que idiotizado con la chica que acaba de compartir una dulce y aunque pequeña: magnifica sonrisa al mundo. La única idea que me gusta imaginar es que ESA sonrisa y ese pensamiento estaban dirigidos a mí, por más imposible que resulte ser y por más lógica y evidente que sea la cruda verdad.

Entro a mi casa con una sonrisa casi diabólica, es como si no pudiese borrarla de mi rostro… es como si con cada intento, apareciese la imagen de aquella muchacha que yo mismo me he prohibido pensar.

Mamá y papá se encuentran en la mesa del antecomedor desayunando apresuradamente; mientras la voz de Hazza anuncia su llegada gracias a la canción que últimamente no abandona su despeinada y rulienta cabeza: “Isn’t she lovely”.

-¡Buenos días, familia! –grita enérgicamente-.

-Buenos días, Harry. ¿De nuevo Stevie Wonder? –pregunta mamá con una sonrisa en su rostro.

-La pregunta más conveniente, sería: ¿De nuevo Isn’t she lovely, Hazza? –corrijo enarcando una ceja hacia el oji-verde.

-Tía, primo…Stevie Wonder es un genio. Isn’t she lovely es…

-¿La canción que algún día le dedicarás a Ise? –pregunto burlonamente, logrando mi cometido: Un avergonzado Harry.

-¿Con que Ise? –mamá interrumpe-. ¡Anne estará más que encantada al oír aquello!

Hazza sobrepasa la gamma del color rojo, y no evita dedicarme una mirada llena de odio y malos deseos.

-No…

El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora