Capítulo 40. Parte 2/? #RiamTime.

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Anteriormente…

-¿Qué te pasó, princesa? –murmura como si estuviese hablando consigo mismo, perdido en sus propias cavilaciones.

Así, fundidos en un cálido abrazo, sucede lo que me prohibí que sucedería, al menos frente a alguien más.

Un sollozo escapa desde lo profundo de mi garganta.

Mi primer sollozo, en brazos de Liam.

 

La calidez de su pecho desapareció en ese mismo instante, como si alguna fuerza ajena a nosotros irrumpiese de pronto con el único propósito de mantenernos alejados uno del otro. Alcé la vista hacia su rostro exigiendo una explicación que justificara la ausencia de su cuerpo aferrando al mío, envolviéndome con sus fuertes brazos, manteniéndome presa de su aroma y su calor… Encontrándome inmediatamente con dos confundidos y contrariados ojos obscuros. Aquella visión se nubló por completo debido a las primeras y vergonzosas lágrimas que comenzaron a descender por mis mejillas.

-No llores, por favor ______. Por favor… por favor, sólo… sólo dime qué fue lo que sucedió –susurra entrecortadamente, mientras sus manos acunan mi rostro haciendo que nuestras miradas se reencontrasen como lo hicieron anteriormente. Mi labio inferior comienza a temblar debido a mi repentino –y muy patético- intento de reprimir las pequeñas y constantes gotas saladas que fluyen cual cascadas frente a Liam… Liam y la estúpida ternura que transmite su mirada.

El nudo en mi garganta comienza a torturarme, evitando así, responder los cuestionamientos del castaño. Mi cabeza se limita a moverse de un lado a otro, negando el que me haya sucedido algo; el que me encuentre herida por alguien… No puedo formular una simple frase que justifique mi comportamiento y la cantidad de lágrimas que he derramado estando en sus brazos. Una sensación de impotencia surca mis pensamientos… ¿Por qué demonios estoy llorando como una idiota en brazos de Liam?

Intento liberar mi rostro del caluroso tacto del oji-miel, logrando absolutamente nada. Sus manos continúan aferrándose a mis mejillas, transmitiendo la misma seguridad de su mirada; ésta emite lo que no han expresado sus carnosos labios: “No, no intentes escapar”.

Ojalá pudiese hacerlo.

El chico de cabellos castaños y ceño fruncido me dedica una profunda mirada mientras posiciona su brazo izquierdo alrededor de mi espalda, y el derecho por debajo de mis rodillas… me toma más de treinta segundos darme cuenta de lo que está haciendo. Treinta segundos despúes me encuentro de nuevo en sus brazos… sólo que ésta vez: Liam me sostiene como si fuésemos una pareja de recién casados.

(…)

-Ahora vuelvo –susurra Liam depositándome lenta y cuidadosamente en el sofá principal de la residencia Payne. Mis brazos continúan alrededor de su cuello, inanimados, reacios a cooperar con la distancia que quiere infrigir-. Ahora vuelvo, nena –repite cerniendo sus dedos alrededor de mis muñecas, acariciándolas hasta llegar y separar mis dedos de su nuca.

-¿A d…don… dónde vas? –balbuceo con voz tenue. La temperatura desciende abruptamente en cuanto pierdo contacto con la cálida piel de su cuello.

Dios, no. No quiero que se vaya.

-No tardo, lo prometo –acaricia mi mejilla con las yemas de sus dedos, removiendo los rastros de lágrimas y gotas de lluvia que se han mezclado, empapado mi rostro. Sus labios impactan dulcemente en esa misma zona, segundos antes de perderse escaleras arriba.

Miro todo alrededor, la estancia de los Payne luce exactamente como lo ha hecho años atrás; paredes blancas, sofás amplios y acolchados en tonos ocres, marcos repletos de fotografías familiares, una pantalla plana está colocada en el centro de la habitación, las luces son tenues brindando una tranquila y cómoda atmósfera inundada de un particular calor hogareño.

Me siento fuera de tono con mi ropa empapada, escurriendo como un gran danés que ha recibido su baño quincenal sin haberse sacudido lo suficiente para eliminar el exceso de agua… Todo esto resulta abrumador, ¿Por qué estoy sentada en el sofá de Liam?

¿En qué momento llegué acá?

Unos cuantos pasos descienden rápidamente por los amplios y rechinantes escalones de madera. Liam aparece con una toalla alrededor de su cuello, utilizando una camisa blanca sencilla en cuello “V” que se adhiere como una segunda piel a su pecho y bíceps. Unos desgastados pantalones deportivos negros son los encargados de cubrir sus fuertes piernas. Su cabello semi-húmedo desordenado, brilla bajo las luces que ambientan la estancia. En sus manos se encuentran dos toallas, y lo que puedo diferenciar como una enorme sudadera en color marrón, con letras grises, y un pantalón deportivo del mismo tono.

Mis hombros y espalda se ven envueltos por una de las blanquecinas toallas, dirigidas por dos grandes manos pertenecientes a cierto muchacho de numerosos lunares. Ninguno de los dos ha dirigido la palabra al otro, como si estuviésemos mudos, o hablasemos idiomas distintos.

-Necesitas quitarte la ropa- murmura apartando la –ahora- humeda toalla.

El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora